Las series turcas, como Una nueva vida, han estado desde hace varios años conquistando las pantallas del mundo gracias a su forma de combinar la emoción, la intriga y el drama familiar. Una nueva vida, por su parte, se ha transformado en uno de esos fenómenos televisivos que deslumbran al espectador con giros y más giros argumentales, personajes intrincados y conflictos imposibles de resolver.
1EL SECUESTRO DE SEYRAN

El capítulo de Una nueva vida se abre con una estremecedora acción: Kazim, el progenitor de Seyran, la raptaba con la ayuda de varios hombres y se la llevaba a una casa apartada en el campo. La crudeza de la escena no solo nos muestra la violencia de Kazim sino también la desesperación de una mujer que nunca había pedido ser un peón en los juegos de poder de su familia.
Allí, el patriarca quería convencer a su hija para que concediese una entrevista en televisión y mostrar los secretos más oscuros de los Korhan. Su propósito no era la protección ni el apoyo, sino utilizarla como un efectivo boomerang de venganza. Mientras tanto, Ferit se enteraba de lo que había ocurrido, que reaccionaba de inmediato con un ímpetu amoroso, pero a la vez culpable. El chico no podía soportar la idea de que Seyran fuese aplastada por su clan ni por sus decisiones pasadas.
Por eso, en un acto desesperado, se unió a Suna, la hermana de Seyran, y juntos pusieron en marcha una arriesgada misión para liberarla. La escena de la huida tenía todos los elementos del thriller: la tensión, los nervios, la sensación de que en cualquier momento la cosa podía irse por el camino de la tragedia.
Liberarla provocó que la historia diera un vuelco emocional. Seyran, cansada y harta del sufrimiento, manifestaba con su actitud que su relación con Ferit balanceaba entre el amor y el odio. Aunque se sentía agradecida de haberla salvado, también pudo reprocharle todas las mentiras y los silencios que habían pulverizado su confianza. Esa grieta que venía ensanchándose desde tiempo atrás iba a convertirse en un gran abismo imposible de tapar.