El ajuste de Google que tienes que conocer es, probablemente, el más inquietante de todos los que guarda tu teléfono en sus entrañas digitales. Seguro que te ha pasado: comentas con un amigo tus ganas de comprar una bicicleta de montaña y, de repente, la publicidad sobre bicicletas te persigue por todas las páginas web que visitas durante días. No, no estás perdiendo la cabeza ni es una de esas leyendas urbanas que circulan por internet; es real y tiene una explicación.
Esa extraña sensación de ser escuchado responde a una configuración muy concreta del gigante tecnológico que, por defecto, viene activada en tu cuenta. La buena noticia es que puedes revertirla, pero la compañía de Mountain View no te lo pone precisamente fácil en su laberinto de opciones. Si quieres dejar de sentir que cada una de tus palabras se convierte en un anuncio, sigue leyendo, porque el poder para silenciar ese micrófono indiscreto está, literalmente, en la punta de tus dedos.
¿DE VERDAD ESPIAN NUESTRAS CONVERSACIONES?
No imagines a una persona al otro lado de la línea transcribiendo tus charlas más íntimas, la realidad es mucho más automatizada y, si cabe, más fría. Lo que ocurre es que los dispositivos con el ecosistema de Android están permanentemente a la escucha de comandos de activación, como el famoso «Ok Google», y este sistema a veces se activa por error al confundir otras palabras, grabando fragmentos de conversaciones que no estaban destinados a él.
El verdadero problema no es solo la activación accidental, sino lo que sucede con esos fragmentos de audio que el sistema recoge. Lejos de desecharse de inmediato, estas grabaciones viajan y se almacenan en los servidores de la empresa californiana, oficialmente para mejorar la precisión de sus servicios, pero este material sonoro alimenta un perfil increíblemente detallado sobre tus gustos e intenciones de compra. Es una mina de oro para la publicidad personalizada y el motor de su negocio.
EL VERDADERO MOTIVO DETRÁS DE LAS GRABACIONES

La justificación oficial de Google es que todo forma parte de un esfuerzo por ofrecernos una experiencia de usuario más fluida y personalizada. Quieren que su asistente virtual entienda tu acento a la perfección, que reconozca tu voz y no la de otros, y que aprenda de tus patrones de habla para anticiparse a tus necesidades, y para ello, la inteligencia artificial necesita entrenarse con datos reales, es decir, con tu voz.
Sin embargo, hay una línea muy fina entre la mejora de un servicio y la vigilancia comercial. Cada búsqueda que haces, cada vídeo que ves y, sí, cada comando de voz que das, se convierte en un dato que enriquece el perfil que el motor de búsqueda más famoso tiene de ti. Al final del día, esta información se traduce en anuncios ultra segmentados que son la principal fuente de ingresos de la compañía, convirtiendo tu privacidad en la materia prima de su inmenso imperio publicitario.
EL MAPA DEL TESORO: LA RUTA PARA DESACTIVARLO

El primer movimiento no debes hacerlo en los ajustes de tu teléfono, sino directamente en el corazón de tu vida digital: tu cuenta de Google. Abre un navegador, ya sea en el móvil o en un ordenador, y busca «Mi cuenta de Google». Una vez dentro, verás un menú lateral o superior; debes dirigirte a la sección llamada «Datos y privacidad», que es el centro de control de tu información. Aquí es donde empieza la verdadera misión.
Una vez en «Datos y privacidad», desliza hacia abajo hasta encontrar un apartado llamado «Configuración del historial» y pulsa en «Actividad web y de aplicaciones». Se abrirá un nuevo panel con varias casillas de verificación. La clave está en una que suele pasar desapercibida: «Incluir la actividad de voz y audio». Y ahí está, la opción de Google que permite guardar tus grabaciones está marcada por defecto; solo tienes que desmarcarla y confirmar tu decisión para poner fin al registro de tus conversaciones.
¿QUÉ MÁS GUARDA GOOGLE SOBRE TI?

Desactivar las grabaciones de audio es un gran paso, pero es solo la punta del iceberg de la inmensa cantidad de información que Google almacena sobre ti. Uno de los registros más exhaustivos es tu historial de ubicaciones, que puedes visualizar en una función llamada «Cronología» de Google Maps, y este mapa muestra con una precisión asombrosa cada lugar que has visitado, las rutas que has tomado y el tiempo que has pasado en cada sitio. Es un diario de tus movimientos.
Además de tus pasos, la gran G también guarda un registro completo de todas las búsquedas que has realizado, incluso las que borraste de tu historial del navegador, y cada vídeo que has visto en YouTube. La combinación de estos datos crea lo que se conoce como un «gemelo digital», un perfil virtual que conoce tus intereses, tus dudas, tus aficiones y hasta tus posibles dolencias. Este perfil permite a Google predecir tu comportamiento futuro con una eficacia escalofriante.
RECUPERAR EL CONTROL: ¿Y AHORA QUÉ?

Al desactivar la opción de audio, puede que notes que el Asistente de Google se vuelve un poco menos preciso o tarda más en reconocer algunos de tus comandos. Es un peaje asumible y, para muchos, un pequeño precio a pagar por la tranquilidad de saber que sus palabras no están siendo almacenadas indefinidamente. La clave está en decidir conscientemente qué nivel de comodidad estás dispuesto a sacrificar a cambio de una mayor privacidad en tu día a día con los servicios de Google.
Este simple ajuste es un recordatorio de que, aunque vivimos inmersos en un ecosistema digital que parece controlarlo todo, todavía tenemos la capacidad de establecer límites. Revisar periódicamente la configuración de privacidad de los servicios que usamos ya no es una opción, sino una necesidad en la era de la información, porque el control sobre nuestros datos personales es uno de los derechos fundamentales que debemos proteger activamente. La tecnología debe servirnos a nosotros, y no al revés, una premisa que nunca deberíamos olvidar al usar los servicios de Google.