Adriana, que es interpretada por Rocío Suárez de Puga, ha decidido presentarse cara a cara con el duque, que fue interpretado por José Manuel Seda. Esta vez no va sola: lleva la verdad de su lado y una decisión irrevocable de contar a Mercedes quién es el verdadero propietario de las tierras de Valle Salvaje. Y, paralelamente, las intrigas por la muerte de Julio y las tensiones entre otros personajes hacen más rico un relato que va camino de un clímax inevitable.
2EL DUQUE ACORRALADO Y LA RED DE INTRIGAS

El duque José Luis, que acaba de perder a Julio, atraviesa un instante de fragilidad que lo deja expuesto. Por vez primera, desde hace un tiempo largo, el hombre que estaba acostumbrado a tenerlo todo en la palma de su mano parece no saber qué dirección tomar.
Su táctica apoyada en Victoria busca un nuevo frente: desgastar la relación entre Rafael y Adriana. Su último recurso es, mediante el veneno del recuerdo de las viejas rencillas familiares, intentar separar a los dos enamorados. Sin embargo, Rafael (Marco Pernas) se muestra fuerte y se niega a dejarse llevar por las insinuaciones. Su amor por Adriana le pesa más que todos los fantasmas malignos de antaño, y ese gesto vuelve más difícil el camino de los planes del duque.
Simultáneamente en «Valle Salvaje», la muerte de Julio abre otra faceta llena de misterio. Isabel (Maripaz Sayago) va desarrollando su propia investigación y da con la información de que Ana, la sirvienta, fue quien sirvió el refrigerio envenenado. Este hallazgo pone no solo en peligro a la joven sino que también hace tambalear la posición de Úrsula que tiene cada vez los días más contados. Las amenazas a Ana sintetizan la desesperación de quienes intentan sostener una mentira muy pesada.