Existe un pueblo de Girona que se parece a Venecia, pero donde el único sonido que rompe el silencio es el suave chapoteo del agua contra el casco de un pequeño barco. Imagina más de 20 kilómetros de canales navegables que serpentean entre casas con su propio amarre. Es una imagen idílica, pero en pleno agosto puede ser un hervidero. Sin embargo, algo mágico ocurre cuando el calendario marca septiembre y la tranquilidad regresa a esta joya de la Costa Brava, permitiendo descubrir su verdadera esencia. ¿Te vienes a navegar por sus aguas sin las multitudes del verano?
Aquí no encontrarás gondoleros cantando, sino una paz casi absoluta que te invita a explorar a tu ritmo. Es el momento perfecto para una escapada a la Costa del Sol catalana, cuando los últimos rayos de sol del verano todavía calientan lo suficiente. Justo ahora, Empuriabrava se despoja de su piel turística para mostrar su cara más auténtica, esa que solo conocen sus habitantes y unos pocos afortunados. Un lugar que redefine por completo la idea de vivir junto al mar y que espera a ser redescubierto en su estación más especial.
¿UN SUEÑO AMERICANO EN PLENA COSTA BRAVA?
Empuriabrava nació de una visión audaz: crear una comunidad donde cada casa tuviera acceso directo al mar. No es un pueblo que creciera orgánicamente, sino un proyecto planificado que ha convertido a esta zona de Girona en un destino singular. Mientras que en julio y agosto el bullicio es la norma, en septiembre la vida en los canales adopta un ritmo mucho más pausado y local. Es el momento en que las conversaciones de los vecinos vuelven a oírse por encima del murmullo de los motores.
Seamos sinceros, el verano aquí puede llegar a ser abrumador. El tráfico en los canales es constante y encontrar un amarre libre para tomar algo se convierte en una odisea. Pero todo cambia con la llegada del otoño, cuando la marina recupera una atmósfera exclusiva y serena, ideal para quienes buscan una experiencia diferente en este rincón de la provincia catalana. Los colores del atardecer sobre el agua, sin barcos de alquiler por todas partes, son un auténtico espectáculo.
EL PLACER DE NAVEGAR SIN RUMBO NI PRISA
La verdadera libertad en Empuriabrava se experimenta al timón de una pequeña embarcación, recorriendo sus canales sin mapa. Alquilar un barquito aquí es casi una obligación para entender el alma de este lugar de Girona. No necesitas licencia para las embarcaciones más pequeñas, lo que te da una libertad increíble para perderte por su laberinto acuático. Es una sensación única, poder explorar las calles de agua mientras descubres jardines que se asoman a los canales y fachadas espectaculares que solo se aprecian desde esta perspectiva.
De repente, te encuentras solo en un canal ancho, con el único sonido de las aves y el agua. Puedes apagar el motor y simplemente dejarte llevar por la corriente mientras el sol de la tarde lo tiñe todo de dorado. En esta época del año, la experiencia de navegar se convierte en un acto casi meditativo, lejos del estrés y las prisas del resto del mundo. Sin duda, una de las mejores formas de disfrutar de un día en esta zona de la provincia de Girona.
MÁS ALLÁ DE LOS CANALES: UN EMPORDÀ POR DESCUBRIR
Que no te engañe su peculiar urbanismo, porque su ubicación es un privilegio. A tiro de piedra se encuentra el Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà, un paraíso para los amantes de las aves y la naturaleza. La proximidad de este espacio protegido convierte a Empuriabrava en un punto de partida ideal, permitiéndote combinar la vida en los canales con rutas de senderismo por marismas espectaculares. Pocos lugares de la provincia de Girona ofrecen un contraste tan marcado y fascinante en tan poco espacio.
Además, desde este enclave de Girona puedes organizar excursiones inolvidables. La bahía de Roses, con sus playas kilométricas, está justo al lado. Y un poco más allá, te esperan pueblos tan icónicos como Cadaqués o el surrealismo de Figueres con su Teatro-Museo Dalí. Lo mejor de todo es que en septiembre, las carreteras están mucho más despejadas y visitar estos lugares se vuelve un placer, sin las colas ni las aglomeraciones propias de la temporada alta. ¡Casi nada!
VIVIR CON EL BARCO APARCADO EN LA PUERTA DE CASA
Imagina despertarte, prepararte un café y, en lugar de coger el coche, desatar las amarras de tu barco para ir a hacer la compra. Esta fantasía es el día a día para los residentes de este rincón de Girona. La arquitectura está completamente orientada a la vida náutica, con villas de ensueño y apartamentos que cuentan con su propio amarre privado. Es fascinante observar la normalidad con la que los vecinos utilizan sus embarcaciones como medio de transporte cotidiano, una estampa que parece sacada de una película.
Este estilo de vida crea una comunidad muy particular, unida por la pasión por el mar y la navegación. El ambiente es cosmopolita, pero con la llegada del otoño se vuelve mucho más íntimo y familiar. Es cuando realmente puedes apreciar la belleza de un diseño urbanístico que prioriza el agua sobre el asfalto, creando un oasis de paz. Sin duda, una de las urbanizaciones más singulares de toda la costa española, un tesoro en la provincia de Girona.
EL SECRETO MEJOR GUARDADO LLEGA CON EL OTOÑO
Septiembre y octubre son los meses en los que Empuriabrava se viste de gala para los que saben apreciar la calma. La luz del sol es más suave, los atardeceres se alargan y pintan el cielo de colores imposibles que se reflejan en el agua. Es el momento en que los restaurantes de los canales recuperan su ambiente relajado y la vida fluye a otro ritmo. Esta zona de Girona se convierte en un refugio perfecto para desconectar de verdad, lejos del mundanal ruido.
No esperes encontrar el bullicio de una ciudad costera al uso. Aquí, el final del verano trae consigo una quietud que enamora. Navegar en silencio al amanecer, ver cómo las luces de las casas se encienden al anochecer desde el agua o simplemente pasear por sus puentes es un auténtico lujo. Es entonces cuando entiendes que la verdadera alma de este lugar de Girona no está en su ajetreo estival, sino en la serenidad que ofrece cuando solo quedan el agua, el cielo y tú.