La vida de Rocío, la hija de Michu y José Fernando Ortega Mohedano, ha dado un giro radical en las últimas semanas tras el fallecimiento de su madre. La pequeña, de apenas ocho años, inicia ahora una nueva etapa que marcará su infancia y su futuro. Lo que parecía una incógnita en un primer momento —dónde iba a vivir la niña, con quién, y en qué condiciones crecería— se ha resuelto finalmente con una decisión que la sitúa en el centro de la vida mediática de su familia paterna. Desde ahora, Rocío residirá en Madrid, en la casa de su abuelo José Ortega Cano y de su tía Gloria Camila, y además se ha confirmado que será matriculada en un colegio privado, lo que garantiza un entorno distinto al que conocía hasta el momento y que simboliza el cambio de rumbo que da su historia personal.
3Colegio privado y situación estable

Este giro radical en la vida de la niña marca el comienzo de una etapa cargada de cambios. De una infancia en el sur junto a su madre y su abuela, a una nueva vida en la capital, con acceso a un colegio privado, una vivienda en una urbanización de lujo y un entorno familiar que, a pesar de sus tensiones mediáticas, ofrece estabilidad. El dinero de la herencia, que garantiza su futuro económico, se combina ahora con la posibilidad de crecer en un ambiente distinto al que conocía hasta ahora, rodeada de nuevas rutinas y de una familia que intentará suplir la ausencia de su madre.
Lo que queda claro es que el fallecimiento de Michu no solo ha supuesto una pérdida irreparable, sino también un punto de inflexión para su hija. La voluntad expresa de la joven de que Rocío se integrase en la vida de los Ortega Cano en caso de que ella no estuviera presente ha marcado el camino. En la práctica, significa un cambio profundo para una niña que, con apenas ocho años, ha tenido que afrontar la pérdida de su madre, la ausencia de su padre y ahora la adaptación a un nuevo hogar y a un nuevo modelo de vida.