La serie bandera de RTVE, La promesa, vuelve a hacer pasar por el aro a su público para el esperado capítulo 663 que se emite mañana jueves 28 de agosto. Lo que sólo podría parecer un regreso lleno de tensión se convierte en la más horrorosa pesadilla para muchos de los miembros del palacio, y en especial ha pasado a ser para Ángela y Curro en una amenaza latente. El regreso de Lorenzo a la pequeña pantalla consigue evocar temores lejanos.
2ENTRE LA PROTECCIÓN Y EL TEMOR A LA VIOLENCIA
Ángela está sometida a la influencia de dos miedos en La Promesa. Por una parte, está la posibilidad de que Lorenzo se tome una última revancha contra ella; que la convierta, como le había prometido, en una pieza más de su juego horrible e ilusorio. Por la otra parte, el miedo a lo que Curro pudiera hacer sí pudiera dejarse llevar por su rabia, por su ansia de justicia. Ángela lo conoce muy bien y sabe que llegado el momento, podría incluso llegar a matar a Lorenzo en un ataque de desesperación.
Pero la relación con Curro se tambalea y es que él ya no busca cómo protegerla, sino cómo tomar su propia revancha. La pasión con la que Curro ha soñado el fracaso de su plan de un «padre justo» lo ha transformado a fondo; ahora se encuentra dispuesto, en su ansia de justicia, a cruzar líneas que antes no parecían existir. Ángela no sólo teme a lo que Curro pudiera llegar a hacer, sino también y sobre todo, teme que el manejo de Curro se transforme en una espesura desconocida.
Mientras tanto, el resto del personal del servicio observa con recelo. La señora Petra, con su habitual instinto para detectar secretos, siente que algo grave se avecina. Al mismo tiempo, Simona y Candela son arrastradas por sus propios pecados: confiesan a Manuel que indicaron a Toño aspectos delicados. Dentro del palacio, cada figura esconde un secreto, y esas confesiones parecen abrir una rendija por la que Lorenzo podría escurrirse para manipular a todos.
Ángela, de todos modos, se concentra en una exclusivamente: salvar a Curro de sí mismo. Ella tiene la certeza de que el verdadero peligro no radica solamente en Lorenzo sino también en la reacción desatinada que provocará en el joven. Esa tensión psicológica convierte cada escenario en un pulso dramático, en el que cualquier gesto vale para provocar una tragedia.
