La existencia en la corte nunca ha sido fácil; sin embargo, el último regreso de Lorenzo transforma los pasillos de La Promesa en un hervidero de sentimientos contradictorios, en un entramado de delicadas tensiones políticas, de dramas íntimos que se ven envueltos en un caos incesante. La vuelta del capitán de la Mata no solo cristaliza viejas heridas, sino que podría acabarse con la equilibrada tierra de nadie que, a duras penas, se había podido encontrar.
1EL PESO DE LORENZO CON UN POCO DE VENGANZA
La detención de Lorenzo ¡esto sí que fue un antes y un después!, pero que su regreso haya supuesto un terremoto absolutamente imposible de controlar. Curro, tras sufrir tormentos como capitán, ha encontrado un aparente alivio que jamás podrá ser completo. Las cicatrices que la persecución que le dejó Lorenzo lo marcaron no desaparecerán y, aún hoy, cuando pueda respirar, debe hacerlo bajo la constante amenaza de que la repetición se materialice de nuevo.
La fragilidad emocional se encuentra desde ese instante justo donde la rabia reprimida, un cóctel explosivo que está por estallar en cualquier momento. Alonso, en cambio, arrastra un pesadísimo bagaje. El marqués siente que ha dejado que muchos acontecimientos, muchos secretos, se consumirán en palacio para llegar a un punto de no retorno.
Su quiebra no es solo el resultado del desgaste de unos años plenos de silencios y decisiones espurias, sino la certeza de que cada acto, por nimio que parezca, ha contribuido a disentir el caos presente. La nobleza del cargo choca con la fragilidad de un hombre que, a solas, se siente roto.
