viernes, 22 agosto 2025

Vivienda compartida entre mayores: ahorra gastos y gana compañía tras el retiro

👉 Cada vez más jubilados en España apuestan por la vivienda compartida entre mayores: una forma de ahorrar dinero en alquiler y facturas… y de paso ganar compañía en el día a día tras el retiro.

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Cuando llega la jubilación parece que, de repente, uno tiene todo el tiempo del mundo… pero también un montón de preguntas. ¿Dónde voy a vivir? ¿Cómo hago para que la pensión me dé sin tener que apretarme el cinturón cada mes? Y justo ahí es cuando empieza a sonar con fuerza una idea que ya se mueve mucho en España: compartir piso entre mayores.

No me refiero a residencias ni a esos pisos tutelados que suenan fríos, sino a algo más normal, más humano: juntar a dos o tres personas jubiladas bajo el mismo techo. Así se gasta menos y, lo más importante, nadie se siente solo.

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¿De qué va esto de compartir vivienda siendo mayor?

La idea no tiene mucha ciencia: dos o más jubilados deciden vivir juntos en una casa o en un piso, cada uno pone su parte para los gastos (luz, agua, internet, limpieza, comida…) y todo resulta mucho más llevadero.

Y lo mejor de todo es lo que no se paga con dinero: la compañía. Desayunar con alguien, charlar un rato después de cenar o saber que, si te pasa algo, tienes a alguien al lado… cambia completamente la película de la jubilación.


El bolsillo manda: el ahorro es clave

Vamos a ser claros: la mayoría se lanza a esto por dinero. Compartir significa dividir:

  • Alquiler o hipoteca: si un piso cuesta 800 €, a dos personas les sale a 400 cada una.
  • Facturas: la luz, el gas o el internet valen lo mismo para uno que para dos.
  • Comida y limpieza: comprando juntos se gasta menos y se tira menos.

Para alguien que cobra una pensión media de 1.100 € al mes, ahorrarse 300 o 400 € fijos es un cambio enorme. Da margen para algún viajecito, para salir a comer fuera o para darse un capricho sin pensar demasiado.


El otro gran motivo: no estar solo

Más allá del dinero, lo que engancha es la compañía. Mucha gente se queda sola tras enviudar o cuando los hijos ya vuelan, y esa soledad pesa.

Compartir piso significa volver a tener rutina social: preparar un café a medias, ver una serie por la noche, salir a pasear juntos… Sí, también habrá discusiones por el mando de la tele o por quién le toca sacar la basura, pero esas cosas son parte de la vida y hasta se agradecen.


Proyectos que ya están funcionando en España

En ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia ya hay plataformas de vivienda compartida para mayores. Algunas funcionan como webs donde uno busca compañero de piso, y otras son directamente cooperativas de jubilados que organizan su propia comunidad.

En estos proyectos, los vecinos deciden las reglas, organizan actividades y gestionan los gastos comunes. No es solo ahorrar dinero: es mantener la independencia y al mismo tiempo vivir rodeado de gente con la que compartir el día a día.


Las dudas más típicas

Evidentemente, no todo es perfecto. La pregunta número uno siempre es: ¿y si no me llevo bien con mi compañero? Y la segunda: ¿qué pasa si alguien empieza a necesitar más cuidados?

Por eso en los nuevos modelos de coliving sénior se insiste mucho en entrevistas previas, acuerdos por escrito y, en algunos casos, hasta mediadores. También hay que pensar en lo práctico: contratos adaptados, seguros y todo lo que evite líos más adelante.


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