Muchos jubilados acuden a su sucursal bancaria con una mezcla de resignación y ansiedad, asumiendo que las comisiones y la cita previa son peajes inevitables en la era digital. Lo que la mayoría ignora es que, desde hace un tiempo, las reglas del juego han cambiado a su favor, pues un acuerdo de obligado cumplimiento protege sus derechos más básicos frente a la banca. ¿Sabes cuáles son? Quizá estés pagando por algo que te pertenece gratis.
La brecha digital ha dejado a miles de pensionistas en una situación de vulnerabilidad que no ha pasado desapercibida. Fruto de la presión social, se firmó un protocolo que muchos bancos parecen haber «olvidado» comunicar con claridad, y es que las entidades se comprometieron por escrito a garantizar un servicio humano, cercano y sin coste para los jubilados. No es un favor, es tu derecho, y aquí te vamos a desvelar cómo exigirlo.
¿CANSADO DE PEDIR CITA PREVIA? TU BANCO TIENE PROHIBIDO OBLIGARTE

Se acabó el tener que pelear con una aplicación o llamar a un número 902 para poder hablar con alguien en tu sucursal. La nueva normativa es cristalina al respecto. Aunque la cita previa sigue existiendo, para la tercera edad se ha establecido una excepción fundamental, ya que los bancos deben garantizar atención presencial en un horario ampliado, generalmente de 9 a 14 horas. No pueden negarte el servicio si te presentas sin haberlo agendado.
Además, el compromiso va un paso más allá de simplemente abrir la puerta. No se trata solo de que te atiendan, sino de cómo lo hacen. La paciencia y la empatía son ahora una obligación contractual, y es que las personas mayores tienen prioridad en la sucursal, evitando colas y esperas innecesarias. Si ves que no se cumple, no dudes en recordárselo al personal de la oficina.
SACAR DINERO EN VENTANILLA YA NO CUESTA DINERO: EL DERECHO QUE TE OCULTAN
«Para sacar dinero, al cajero». ¿Cuántas veces has escuchado esa frase? Esa directriz, que buscaba reducir costes de personal, se ha convertido en un auténtico suplicio para muchos retirados. Afortunadamente, esa práctica ya no es legal para ti, ya que la retirada de efectivo en ventanilla es un servicio completamente gratuito y sin límite de operaciones para los pensionistas. No pueden cobrarte ni un céntimo de comisión por darte tu propio dinero.
Este derecho se aplica a las operaciones más habituales, como los reintegros o el ingreso de cheques. Es una vuelta al trato personal que nunca debió perderse. Da igual que la cantidad sea pequeña o que el cajero esté libre, porque el personal de la oficina está obligado a atender tu petición de efectivo sin derivarte a una máquina. Es una de las victorias más significativas para los clientes de más edad.
LA VUELTA DE UN CLÁSICO: POR QUÉ TU LIBRETA ES SAGRADA (Y GRATIS)

La libreta es para toda una generación mucho más que un trozo de papel: es el registro tangible de una vida de esfuerzo. Los bancos, en su afán por digitalizarlo todo, llevan años intentando eliminarla, a menudo cobrando comisiones por su mantenimiento o emisión. Sin embargo, esto se ha terminado, y es que las entidades no pueden cobrar ninguna comisión de mantenimiento o renovación por la cartilla de los jubilados. Es un servicio blindado.
La protección no se queda solo en su tenencia, sino también en su uso. De nada sirve tenerla si luego te ponen trabas para ponerla al día. Por eso, el acuerdo es muy específico, pues la actualización de la libreta en la propia sucursal es un derecho garantizado y sin coste alguno. Puedes acudir cuantas veces lo necesites para que te impriman los últimos movimientos y tener tus cuentas claras.
TECNOLOGÍA SÍ, PERO PARA TODOS: LA BANCA SE PONE LAS PILAS (POR LEY)
La transición digital no puede ser una carrera de obstáculos. Cajeros con pantallas táctiles complejas, aplicaciones ininteligibles, claves de seguridad que caducan… La banca se había convertido en un laberinto tecnológico. Para solucionarlo, el protocolo exige un esfuerzo real de adaptación, ya que los bancos deben ofrecer versiones simplificadas tanto de sus aplicaciones móviles como de los menús de los cajeros automáticos.
Pero no basta con simplificar la interfaz; la ayuda personalizada es crucial. Dejar solo al colectivo sénior frente a una pantalla no es una opción. Las entidades tienen el deber de acompañar en este proceso, y es que deben ofrecer formación presencial y gratuita para ayudar a las personas mayores a realizar las gestiones digitales básicas. Si quieres aprender a usar Bizum o la app, tienen que enseñarte.
BLINDAJE CONTRA ESTAFAS: EL ‘ÁNGEL DE LA GUARDA’ QUE TU BANCO DEBE ASIGNARTE

Los intentos de estafa a través de SMS, correos electrónicos o llamadas falsas se han disparado, y nuestros mayores son el objetivo predilecto. Por ello, el sector se ha comprometido a ser mucho más proactivo. Se acabó el lavarse las manos, porque la banca está obligada a reforzar sus sistemas de alerta y a contactar personalmente con el cliente ante cualquier operación sospechosa. Es un servicio de vigilancia activa que puede salvarte de un disgusto.
Este compromiso culmina con la figura del «consejero sénior» o un referente personal en la oficina. La idea es recuperar la confianza perdida, que sepas que hay una persona de carne y hueso velando por tus intereses. Es la medida más humana de todas, y es que el protocolo fomenta el contacto telefónico directo entre el gestor y la tercera edad para resolver dudas y prevenir el fraude. Una simple llamada puede marcar la diferencia.