La serie diaria de La 1, una vez más, confirma que no hay tregua posible en el Palacio de los Luján. Cada episodio de La Promesa es una sucesión de emociones donde los personajes, atrapados entre las pasiones y los respetos, se ven obligados a decidir entre la lealtad y la vida. El capítulo de este jueves se perfila como uno de los más vehementes y apasionados de la temporada, con revelaciones que significarán un antes y un después. La ficción ambientada en los albores del siglo XX no solo llama la atención por su cuidada elaboración del espacio escénico y de la trama, sino también porque se conecta con el espectador en su ser más íntimo: las luchas de poder, los secretos familiares, el amor prohibido y la venganza.
3LEOCADIA, VERA Y LAS INTRIGAS DEL PALACIO
Si en la superficie el palacio es ya un volcán asociado a la posibilidad de erupción, en los pasillos más humildes se cuecen intrigas igualmente explosivas. Leocadia se guarda en secreto una verdad devastadora: Lorenzo le propuso matrimonio, y callar esa verdad es tan peligroso como pronunciarlo. El silencio se convierte, con todo esto, en un arma de doble filo: por un lado, protege a Ángela del dolor, pero, por el otro, la mentira se clava, cuál daga homicida, convirtiéndose en un secreto que clama ser develado.
La audiencia preserva el momento en «La Promesa», con igual ansiedad de quien sabe que toda revelación comportará consecuencias irreparables. En esta atmósfera, Vera se encuentra con la duquesa de Carril, quien le asegura que su hermano Federico no quiere verla. Lo que desconcierta a Vera, aunque Lope presente que esas palabras son una mentira pergeñada. Los hilos de la desconfianza se ensanchan en cada rincón.
Toño reprocha a Simona y Candela por inmiscuirse en su vida privada, dando un apunte más del deseo de controlar la vida privada de los otros y su consecuente ensoñamiento. La vida en el palacio es un continuo juego de espejos en el que las personas se esconden, y donde se dice media verdad.








