Un fisioterapeuta ha lanzado una advertencia que resuena en los vestuarios de todos los gimnasios: ese ejercicio para abdominales que llevas años haciendo podría ser el culpable directo de tu dolor lumbar. Lo peor es que, mientras buscas fortalecer tu core, en realidad estás comprando papeletas para una lesión que, según los expertos, se ha convertido en una auténtica epidemia silenciosa. ¿Y si te dijera que la solución está más cerca de lo que crees?
Ese pinchazo en la espalda baja no es fruto de la casualidad ni de la mala suerte, sino de un gesto repetido hasta la saciedad. Un movimiento que se considera un pilar básico del entrenamiento, pero que esconde un peligro que muchos ignoran hasta que es demasiado tarde, ya que la flexión repetida de la columna vertebral provoca un desgaste acumulativo en los discos intervertebrales que puede acabar en una lesión seria. La pregunta es, ¿estás dispuesto a seguir corriendo el riesgo?
EL ENEMIGO SILENCIOSO QUE SE ESCONDE EN TU RUTINA DE ABDOMINALES
Seguramente lo has hecho miles de veces: te tumbas, flexionas el tronco y sientes cómo «queman» los abdominales. Es el clásico ‘crunch’. Pero ese gesto, aparentemente inofensivo y tan popularizado, es una bomba de relojería para tu zona lumbar, ya que el principal problema del ‘crunch’ tradicional es la hiperpresión que genera sobre los discos lumbares al forzar una y otra vez la bisagra de la columna. Un terapeuta físico sabe que el abdomen no necesita ese acortamiento extremo para activarse.
No se trata de un dolor que aparece de un día para otro, sino de una lesión que se va cociendo a fuego lento, entrenamiento tras entrenamiento. Cada repetición mal ejecutada es un pequeño trauma que se suma al anterior, y es que la acumulación de estos microtraumatismos es lo que finalmente conduce a hernias, protrusiones y lumbalgias crónicas que vemos constantemente en consulta. Un especialista en lesiones sabe que la prevención pasa por entender el porqué del movimiento.
¿POR QUÉ TU ESPALDA PIDE AUXILIO? LA BIOMECÁNICA DEL DESASTRE

El error fundamental reside en confundir la flexión de cadera con la activación del core. Al realizar un ‘crunch’ o un giro ruso con demasiado peso y poco control, tu columna se convierte en la protagonista, y los músculos psoas ilíaco y recto femoral tiran de las vértebras lumbares para iniciar el movimiento, generando una compresión discal completamente innecesaria. Un conocedor del cuerpo humano insiste en que el objetivo es estabilizar, no flexionar la espalda.
Si al ‘crunch’ le sumamos la rotación, el cóctel es aún más peligroso. Los giros rusos (‘russian twists’), especialmente cuando se añade una carga excesiva, multiplican el riesgo de lesión de forma exponencial, porque la combinación de flexión y rotación de la columna es el mecanismo lesional más común para el anillo fibroso del disco intervertebral. Como advierte cualquier experto en movimiento, es una fórmula biomecánica que predispone directamente a la rotura discal.
«LO VEO CADA DÍA»: LA SENTENCIA DE UN PROFESIONAL CON AÑOS DE EXPERIENCIA
El patrón es descorazonadoramente repetitivo: personas activas, motivadas y con ganas de mejorar su físico que acaban en la camilla por seguir un consejo obsoleto. El fisioterapeuta lo confirma, pues la gran mayoría de las lumbalgias no traumáticas en deportistas amateur provienen de un mal entrenamiento del core, centrado en la flexión espinal. La historia se repite sin importar la edad o el nivel de forma física del paciente.
La cultura del «sin dolor no hay recompensa» ha hecho mucho daño, promoviendo la idea de que sentir molestias es sinónimo de un trabajo bien hecho. Pero la realidad es bien distinta. Un fisioterapeuta lucha a diario contra esta desinformación, porque un buen entrenamiento abdominal debe generar fatiga muscular localizada, nunca dolor articular ni pinchazos en la espalda. Este profesional sanitario sabe que el dolor es siempre una señal de alarma que el cuerpo nos envía.
LA SOLUCIÓN NO ES DEJAR DE ENTRENAR, SINO HACERLO CON CABEZA

Olvídate de las flexiones de tronco y empieza a pensar en la estabilidad y la isometría. Las planchas, tanto frontales como laterales, son el punto de partida ideal para un core a prueba de balas, puesto que estos ejercicios enseñan a la musculatura profunda del abdomen a estabilizar la pelvis y la columna lumbar, que es su verdadera función. Un recuperador funcional te dirá que la fuerza real nace de la capacidad de resistir el movimiento, no de generarlo.
Para progresar, existen ejercicios dinámicos que mantienen la columna completamente neutra y segura. El ‘pájaro-perro’ (‘bird-dog’) o el ‘insecto muerto’ (‘dead bug’) son dos ejemplos perfectos, ya que estos movimientos desafían la estabilidad del core al introducir palancas con brazos y piernas mientras la zona lumbar permanece inmóvil. Un fisioterapeuta recomienda estas opciones porque trabajan la coordinación y el control motor, claves para prevenir futuras recaídas.
RECONSTRUYENDO TU CORE: MÁS ALLÁ DE LA ‘TABLETA DE CHOCOLATE’
Un core fuerte es mucho más que unos abdominales marcados; es el centro de operaciones de tu cuerpo, el nexo que transfiere las fuerzas entre el tren superior y el inferior. La meta es tener un corsé muscular natural y funcional, porque un core realmente entrenado es aquel que protege tu espalda en cada gesto cotidiano, desde levantar una bolsa de la compra hasta correr. Un especialista en recuperación se centra en devolver esa funcionalidad perdida por el entrenamiento incorrecto.
Así que la próxima vez que pises el gimnasio, pregúntate si lo que haces te acerca o te aleja de una vida larga, activa y sin dolor. Escuchar a tu cuerpo es el primer paso, y el segundo es buscar el consejo de quien de verdad sabe. Al final, el mejor entrenamiento es el que puedes seguir haciendo mañana, y un buen fisioterapeuta sabe que la clave no es entrenar más duro, sino entrenar de forma más inteligente.