Ese yogur de proteínas que coges del lineal del supermercado pensando que es la opción más saludable podría ser, en realidad, un espejismo nutricional. Nos lo venden como el aliado perfecto para nuestros músculos y nuestra dieta, un atajo rápido y fácil para cumplir con nuestras necesidades diarias, pero la verdad es que la mayoría son un producto de marketing muy bien diseñado. ¿Estamos pagando un extra por algo que no es tan beneficioso como nos prometen?
El problema no reside en la idea de un lácteo proteico, sino en cómo la industria ha pervertido el concepto para vender más. Detrás de envases llamativos y promesas de «alto contenido en proteína», se esconde a menudo un producto de calidad cuestionable. En muchos casos, este postre saludable esconde una trampa, porque el problema real está en los edulcorantes de baja calidad y en una proteína de peor valor biológico. Sigue leyendo, porque vas a aprender a distinguir el oro de la paja.
4LOS VERDADEROS CAMPEONES: SKYR Y QUARK NATURAL

Si buscas un lácteo proteico de verdad, tu mejor opción es el skyr. Este producto de origen islandés es, técnicamente, un queso fresco, aunque su textura y sabor recuerdan a un yogur muy denso. Su secreto es su método de elaboración, que es la clave de todo, ya que el skyr se elabora filtrando el suero, lo que concentra la proteína de forma natural y le otorga esa increíble cremosidad sin necesidad de añadir grasas ni espesantes.
Otra alternativa excelente es el quark, un tipo de queso fresco batido muy popular en Europa Central. Al igual que el skyr, su alto contenido en proteína no se debe a polvos añadidos, sino al propio proceso de producción. Es un postre saludable por naturaleza. Si eliges la versión natural, sin azúcares ni sabores, el quark es una base perfecta, naturalmente rica en caseína, una proteína de absorción lenta.