Tres años después de la mediática separación de Shakira y Gerard Piqué, la expareja ha dado un nuevo paso en la reestructuración de su patrimonio común. La venta de una de las viviendas que compartieron en Esplugues de Llobregat, por algo más de tres millones de euros, marca un momento significativo en la desvinculación patrimonial que ambos vienen atravesando desde 2022.
El inmueble vendido de Shakira y Piqué forma parte de un exclusivo complejo que en su día fue concebido como un refugio familiar de largo plazo. Sin embargo, la ruptura y los distintos rumbos de vida terminaron por convertirlo en un símbolo de lo que quedó inconcluso. La operación, confirmada por diversas fuentes, no estuvo exenta de tensiones y revela una vez más el trasfondo emocional y económico que sigue marcando la historia de la cantante colombiana y el exfutbolista.
1Un proyecto familiar convertido en patrimonio en disputa

En 2012, Shakira y Piqué apostaron por un ambicioso proyecto inmobiliario en Esplugues de Llobregat, una de las zonas más exclusivas de Barcelona. La cantante y el jugador del Barça habían iniciado una vida en común con la idea de crear un espacio íntimo, seguro y a la altura de sus carreras internacionales.
La arquitecta Mireia Admetller fue la encargada de diseñar el complejo, compuesto por tres viviendas interconectadas, con más de 700 metros cuadrados cada una, extensos jardines, piscinas interiores y exteriores, gimnasio, sala de juegos, estudio de grabación y terrazas con vistas privilegiadas. La parcela total alcanza los 3.800 metros cuadrados y se concibió como una fortaleza privada para proteger la intimidad de la familia.
Allí vivieron no solo Shakira, Piqué y sus hijos Milan y Sasha, sino también los padres de la artista y parte del personal de servicio. Durante años, la propiedad fue escenario de la vida cotidiana, las celebraciones familiares y el refugio de la pareja. Sin embargo, la separación marcó un quiebre y el que fuera un símbolo de estabilidad, pasó a convertirse en un activo a repartir.