La calma veraniega que suele envolver a la Casa Real española se ha visto alterada por un viaje inesperado. Felipe y Letizia han puesto rumbo a Grecia en plena temporada alta, un destino que evoca glamour, historia y aguas de un azul inconfundible. Lo que parecía una escapada privada más se ha convertido en el centro de comentarios y titulares, avivado por el halo de misterio que rodea cada paso de sus vacaciones.
El silencio oficial, lejos de disipar las dudas, ha actuado como combustible para la especulación. El seguimiento de la ruta del Falcon ha dejado al descubierto el primer capítulo del periplo, apuntando hacia un enclave cargado de simbolismo y polémica: la isla de Spetses. Allí, entre mansiones de ensueño y recuerdos de disputas locales, Felipe y Letizia podrían estar disfrutando de la hospitalidad de sus homólogos holandeses… y enfrentando, de paso, un eco mediático nada inocente.
4Un gesto que revela cercanía entre monarquías

El año pasado, la invitación a Felipe y Letizia se interpretó como un agradecimiento personal: la familia real española había acogido con discreción a la princesa Amalia de Holanda durante su estancia en Madrid. El viaje de este año, de confirmarse, reforzaría la excelente sintonía entre ambas casas reales.
Es probable que Leonor y Sofía también se encuentren en Grecia junto a sus padres, aprovechando los últimos días en familia antes de que cada una retome su vida académica: la heredera en Zaragoza y la infanta en Gales, con la vista puesta en futuros compromisos oficiales.
La imagen que se proyecta es la de dos matrimonios reales que comparten confianza y vida privada más allá de las obligaciones institucionales. Sin embargo, los observadores de la realeza saben que, en estos círculos, cualquier decisión —incluso la de elegir un destino vacacional— tiene lectura política y mediática.