La DGT nos recuerda una vez más que en la carretera, los gestos más cotidianos pueden esconder los mayores peligros, sobre todo ahora que llegan los viajes largos de verano. Esa imagen tan repetida en el cine y en la vida real, la del copiloto relajado con los pies apoyados en el salpicadero, es mucho más que una simple cuestión de comodidad. Lo que no todos saben es que ese gesto aparentemente inofensivo puede acarrear una multa de hasta 100 euros. ¿De verdad es para tanto? La respuesta corta es sí.
Pero el dinero, en realidad, es lo de menos en esta historia, porque la advertencia de Tráfico va mucho más allá de una simple sanción económica. La razón de ser de esta norma es tan contundente que hiela la sangre y debería bastar para que nadie volviera a hacerlo, ya que la Dirección General de Tráfico advierte que el verdadero peligro reside en las gravísimas lesiones que puede causar el airbag en caso de accidente. Es una de esas verdades incómodas que conviene conocer antes de ponerse en marcha.
2EL VERDADERO PELIGRO: ¿QUÉ PASA SI SALTA EL AIRBAG?

Aquí es donde la advertencia de la DGT cobra todo su sentido y se aleja de cualquier afán recaudatorio. Hay que entender cómo funciona un airbag para visualizar la catástrofe. Es un dispositivo que se activa en milisegundos y se infla con una fuerza explosiva tremenda. De hecho, el airbag del salpicadero se despliega a unos 300 km/h, una fuerza que proyectaría las rodillas del copiloto contra su propia cara con consecuencias devastadoras, causando fracturas faciales, lesiones cerebrales o daños oculares irreversibles.
Por si fuera poco, a este impacto brutal se le suma otro fenómeno extremadamente peligroso conocido como «efecto submarino». Al no estar sentado correctamente y con la espalda apoyada en el asiento, el cinturón de seguridad pierde su función. Con esta postura, además se produce el ‘efecto submarino’, por el cual el cuerpo se desliza por debajo de la banda del cinturón de seguridad, perdiendo toda su eficacia y aumentando el riesgo de sufrir lesiones abdominales, pélvicas y de columna muy graves. La DGT lo tiene claro: es una postura letal.