La comodidad de una red WiFi gratuita en una cafetería o un aeropuerto esconde un peligro que la mayoría desconoce por completo. Te conectas para mirar el correo o las redes sociales y, sin que te des cuenta, un desconocido puede estar leyendo tus mensajes privados en tiempo real, una vulnerabilidad inherente a casi cualquier conexión inalámbrica pública que no esté protegida. Lo peor es que no necesitas ser un objetivo importante ni una celebridad; basta con ser un usuario confiado que busca un respiro en su tarifa de datos. La trampa es sutil, silenciosa y, como hemos podido comprobar, terriblemente efectiva. ¿Crees que a ti no te pasaría?
La demostración de cómo vulnerar una red WiFi en directo fue escalofriante y nos dejó con una sensación de vértigo digital difícil de olvidar. El experto en ciberseguridad, con solo un teléfono móvil y un pequeño dispositivo en el bolsillo, tardó menos de un minuto en ejecutar el ataque, y el hacker clonó la red del local y en menos de un minuto tenía acceso a las contraseñas guardadas en el móvil de la víctima, todo gracias a la confianza ciega en ese punto de acceso gratuito que prometía internet sin coste. Verlo en acción cambia para siempre la forma en que miras esa pequeña icona de la cobertura en tu pantalla. Es un riesgo real que ignoramos cada día.
1¿EL CAFÉ MÁS CARO DE TU VIDA? LA TRAMPA ESTÁ SERVIDA

Imagina la escena, porque seguro que la has vivido mil veces: estás de viaje, esperando tu vuelo, o simplemente tomándote un respiro en una terraza, y ves una red abierta con un nombre familiar como «Aeropuerto_Gratis» o «Cafeteria_WIFI». Es una invitación demasiado tentadora para ignorarla, sobre todo cuando la cobertura 4G flaquea, pero esa red podría ser una trampa creada por alguien sentado a pocos metros de ti, esperando pacientemente a que piques el anzuelo y te conectes a su señuelo digital. Para ti es solo internet gratis; para él, es una puerta abierta de par en par a toda tu vida privada y profesional.
El problema de fondo con este tipo de WiFi público es que, por defecto, tus datos viajan «al desnudo» a través del aire, como postales sin sobre. Cualquier información que envíes o recibas, desde un simple ‘hola’ por WhatsApp hasta la clave de tu banca online o los datos de tu tarjeta de crédito, puede ser interceptada y leída por cualquiera con los conocimientos técnicos mínimos sin que salte ninguna alarma en tu dispositivo. No hay avisos, no hay alertas. Simplemente ocurre, en un silencio digital que esconde el verdadero peligro de estas conexiones tan cotidianas y aparentemente inofensivas.