viernes, 3 octubre 2025

Evita la multa de 200 euros y la pérdida de 4 puntos: el error común al volante que muchos conductores cometen, alertado por la DGT

Pocas cosas ponen más a prueba la paciencia de un conductor español que una rotonda, y la DGT lo sabe mejor que nadie. Son el escenario de dudas, vacilaciones y, sobre todo, de maniobras peligrosas que hemos normalizado hasta el punto de creer que son correctas. Pero lo que muchos ignoran es que ese gesto, ese movimiento que hacemos casi por inercia creyendo tener toda la razón del mundo, es en realidad una infracción grave. Hablamos de una costumbre tan extendida que, según los expertos, la comete el 90% de los conductores, y es un error que está explícitamente recogido en la normativa y puede acarrear una sanción de 200 euros. ¿Estás seguro de que no eres uno de ellos?

El problema no es la rotonda en sí, sino cómo aprendimos a circular por ella: por imitación, por la ley del más rápido, heredando los vicios y las falsas creencias de otros conductores. Nos creemos los reyes del asfalto, convencidos de que nuestra interpretación es la única válida. La realidad, sin embargo, es que la mayoría de los conductores suspendería el examen práctico si tuviera que enfrentarse a una glorieta con un examinador al lado. La DGT lleva años intentando concienciar sobre su uso correcto a través de campañas y gráficos, pero la costumbre pesa más que la norma. Y esa costumbre, además de peligrosa, puede salir muy cara.

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MÁS ALLÁ DE LA MULTA: LA RESPONSABILIDAD DE LLEVAR UN VOLANTE ENTRE LAS MANOS

Fuente Freepik

Al final, obsesionarse con la multa de la DGT es quedarse en la superficie del problema. La sanción económica y la pérdida de puntos duelen, claro que sí, pero son solo el recordatorio administrativo de que hemos hecho algo mal. Lo verdaderamente importante es entender el porqué de la norma: proteger vidas. Cada vez que hacemos esa maniobra incorrecta, no solo nos arriesgamos a una multa; estamos poniendo en peligro nuestra integridad, la de nuestros acompañantes y la de los ocupantes de los otros vehículos. Se trata de una cuestión de empatía y de conciencia cívica, porque la seguridad en la carretera es una responsabilidad compartida que empieza con nuestras propias acciones.

Una rotonda, en el fondo, es un pequeño microcosmos que refleja cómo nos comportamos en sociedad. Es un espacio donde la convivencia depende de unas pocas reglas de respeto mutuo. Se trata de observar, de ceder, de señalizar para que los demás sepan qué vas a hacer y de anticiparte a los movimientos ajenos. No es una competición, es una coreografía en la que todos debemos movernos al mismo compás. La próxima vez que te acerques a una, piensa en ello. El gesto más seguro, el que de verdad te define como buen conductor, no es el más rápido, sino el más respetuoso. La DGT te lo agradecerá, y el resto de conductores, también.

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