En la sección Gossip de Merca2 seguimos la historia más personal y emotiva de Ana Obregón, quien ha vuelto a abrir su corazón para hablar de su nieta Anita y del profundo vínculo que las une. Desde hace un par de años, los veranos de la actriz han cambiado radicalmente. Aquellas imágenes en bikini en las playas de Marbella o en las costas de Los Ángeles han quedado atrás. En su lugar, este año ha protagonizado una cuidada sesión fotográfica para la revista ¡Hola!, donde aparece acompañada de la pequeña, fruto de una historia tan sorprendente como conmovedora.
2Las confesiones de Ana Obregón

En otras entrevistas, Ana ha confesado que llegó a perder la voluntad de vivir. «Estoy completamente en contra del suicidio. Estábamos en Barcelona en un piso, pedí cambiar un tercero por un séptimo. Desde un tercero no me iba a ir. Lo tenía súper estudiado. Yo lo iba a hacer, me iba a tirar», reconoce, en una de sus declaraciones más duras. Fue la idea de Anita, su futura nieta, lo que le dio un motivo para seguir adelante.
Las fotografías de la revista ¡Hola! fueron tomadas en «El Manantial», la casa familiar en Mallorca que su padre construyó hace décadas. Esta vivienda, cargada de recuerdos, ha sido un lugar de veranos inolvidables junto a Aless, pero también escenario de su duelo. Ana y sus hermanos han decidido ponerla a la venta, un paso que no deja de resultarle doloroso. «El primer verano aquí sin Aless fue tan terrible que no me acuerdo de nada», confiesa, explicando que a veces incluso lo llama por error. «Supongo que es una defensa del cerebro, para ayudarte a sobrevivir», reflexiona.
La relación de Ana con Anita está marcada por una dedicación absoluta. La actriz pasa prácticamente todo el día con ella y ha asumido con energía y entusiasmo el papel de madre y abuela. «Claro que la espalda está reventada, pero bendito cansancio», asegura, demostrando que el esfuerzo físico no es nada comparado con la satisfacción que siente. A sus 70 años, ha decidido cuidarse más que nunca, con el objetivo de estar junto a Anita el mayor tiempo posible: «Es lo único que tengo en el mundo y no quiero que le pase nada», afirma con determinación.
La conexión con su nieta es tan intensa que incluso objetos personales de Aless se han convertido en pequeños altares familiares. «Dejó una chaqueta en el sofá. Ahí está, no la he tocado. Y Anita lo sabe: eso no se toca, es de papá», cuenta. Este tipo de gestos, que podrían parecer simples detalles, forman parte de un ritual de memoria con el que Ana mantiene viva la presencia de su hijo en la vida de la niña.
En cada una de sus apariciones públicas, Ana Obregón deja claro que Anita es su prioridad absoluta. No solo ha reorganizado su vida en torno a ella, sino que también ha encontrado en la niña una razón para proyectarse hacia el futuro. Sus días transcurren entre cuidados, juegos y momentos compartidos, en los que, según ella, siente que revive parte de lo que vivió con Aless en sus primeros años.