La era de los móviles ha desatado una competencia tan encarnizada entre las operadoras de telefonía que las ofertas se han convertido en el pan de cada día para captar nuevos clientes. Recibimos constantes bombardeos publicitarios que nos prometen más por menos, con los gigabytes de regalo como la joya de la corona de estas estrategias comerciales. El reclamo es poderoso y apela directamente a nuestra percepción de estar obteniendo una ventaja única, un chollo irrechazable en un mercado saturado. Sin embargo, detrás de esa generosidad aparente se esconde, en muchas ocasiones, una estrategia meticulosamente diseñada para que nuestra factura mensual acabe siendo más abultada de lo que habíamos previsto inicialmente, una realidad que miles de usuarios descubren cuando ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.
Esta práctica, lejos de ser un hecho aislado, se ha sistematizado hasta convertirse en un mecanismo habitual en el sector de las telecomunicaciones. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lleva tiempo advirtiendo sobre estas tácticas que juegan con la letra pequeña y la confianza del cliente. Lo que se presenta como un obsequio desinteresado no es más que un cebo para modificar nuestros hábitos de consumo o para introducir servicios adicionales de pago de forma casi imperceptible. La sensación de abundancia de datos nos lleva a un estado de relajación, haciendo que bajemos la guardia y aceptemos condiciones que, a medio y largo plazo, benefician exclusivamente a la compañía, transformando un supuesto regalo en una carga económica recurrente y, en la mayoría de los casos, completamente innecesaria.
4LA ADVERTENCIA DE LA OCU: CRÓNICA DE UN ENGAÑO ANUNCIADO

La Organización de Consumidores y Usuarios ha sido una de las voces más críticas y persistentes a la hora de denunciar estas prácticas comerciales. Sus informes y comunicados alertan de forma recurrente sobre lo que denominan «gigas cebo» o «regalos envenenados». La OCU insiste en que estas promociones raramente son transparentes y que su principal objetivo es vincular al cliente a través de compromisos de permanencia encubiertos o de la activación de servicios de pago no solicitados explícitamente. Por ello, recomiendan encarecidamente a los consumidores que exijan las condiciones de la oferta por escrito y que desconfíen de cualquier promesa verbal que no quede reflejada en el contrato, un consejo básico de prudencia que puede ahorrarnos muchos disgustos y dinero.
El problema de fondo es la brutal guerra de precios y captación que se vive en el mercado español de las telecomunicaciones. Con un producto cada vez más estandarizado, donde la calidad de la cobertura es similar entre las grandes compañías, la única forma de diferenciarse es a través de ofertas comerciales agresivas. Esto ha llevado a una espiral de promociones donde la creatividad para enmascarar costes ha ido en aumento. No se trata de una única compañía con malas prácticas, sino de una tendencia generalizada en la industria. La competencia por cada cliente es tan feroz que, los departamentos de marketing diseñan estas campañas al límite de la legalidad, aprovechando cualquier resquicio para incrementar la facturación media por usuario de sus carteras de móviles, una batalla en la que el consumidor desinformado siempre lleva las de perder.