jueves, 14 agosto 2025

El superalimento español que deja en ridículo a la chía, según un nutricionista: «Lo tenemos en el pueblo y es una bomba de omega-3»

El concepto de superalimento nos ha llevado a una búsqueda incesante de semillas y bayas exóticas en los confines del planeta, llenando nuestros carritos de la compra con productos de nombres impronunciables y precios desorbitados. Hemos asumido que lo foráneo es sinónimo de superioridad nutricional, mientras ignoramos auténticas joyas nutricionales que siempre han estado en nuestra despensa, esperando pacientemente a ser redescubiertas. Esta fascinación por lo lejano nos ha hecho olvidar que la verdadera riqueza, la que de verdad importa para nuestra salud y nuestro bolsillo, a menudo se encuentra a la vuelta de la esquina, en el mercado de toda la vida o en las legumbres que comían nuestros abuelos.

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Se habla de bombas de omega-3, de proteínas vegetales y de fibra saciante como si fueran descubrimientos recientes llegados de la otra punta del mundo. Sin embargo, existe un alimento profundamente español, humilde en su origen pero de una potencia descomunal, que pone en evidencia a muchas de estas modas importadas. Imaginen por un momento un producto de nuestra tierra, un portento nutricional que ha alimentado a generaciones en silencio, capaz de ofrecer más proteínas que la carne y una dosis de fibra que supera a la avena. Un tesoro que, como bien apuntan los expertos, teníamos en el pueblo y habíamos relegado al olvido por la simple razón de ser nuestro.

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EL SABOR DE LO NUESTRO, REINVENTADO PARA LA MESA MODERNA

Fuente: Freepik

Reducir el altramuz a un simple aperitivo de bar es limitar injustamente su enorme potencial culinario. Su textura mantecosa y su sabor, una vez desalado, es sorprendentemente neutro, lo que lo convierte en un lienzo en blanco para la creatividad en la cocina. Podemos trascender el tradicional cuenco de chochos y empezar a verlo como un ingrediente principal. Pensemos en él como la base para un hummus alternativo, mucho más proteico y con un toque diferente al clásico de garbanzos, que sorprenderá a cualquier invitado. Su versatilidad permite que se integre perfectamente en la gastronomía actual, demostrando que la tradición no está reñida con la innovación.

Las posibilidades son prácticamente infinitas y se adaptan a cualquier tipo de plato, desde los más sencillos hasta los más elaborados. Se pueden añadir a ensaladas para darles un impulso de proteína y una textura crujiente, o triturarlos para elaborar hamburguesas vegetales caseras, consiguiendo una jugosidad y un valor nutricional extraordinarios. Incluso su harina, libre de gluten, es una opción magnífica para enriquecer panes y bizcochos. Este superalimento olvidado, con un poco de imaginación, puede convertirse en el protagonista de nuestra cocina saludable, transformando recetas cotidianas en platos nutricionalmente superiores y llenos de sabor.


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