La última entrega de Sueños de libertad ha puesto en evidencia que, en este universo de pasiones, secretos y rencores, la paz es solo un espejismo. Andrés sorprendió a todos con un gesto inesperado para el que nadie contaba: le pidió perdón a Gabriel, su primo y eterno rival, en presencia de toda la familia. Pero ese gesto de reconciliación aparente encierra más pólvora que paz. Mientras tanto, las relaciones personales se tensionan, viejas heridas vuelven a florecer, y nuevos enigmas tensionan el frágil equilibrio entre los protagonistas.
2SECRETOS QUE AMENAZAN CON SALIR A LA LUZ

Simultáneamente, al duelo central, otros hilos narrativos se entrelazan peligrosamente. José Gutiérrez, portero de toda la vida del inmueble de Cristina, le realizó una especial dedicatoria y mostró interés por su relación con Irene y Don Pedro, pero no se atreve a confesar su cara verdadera. El silencio, que debería velar, está a punto de producir un trueno: Irene, después de escuchar a Cristina hablar de él, comenzó a entrever que podría ser el antiguo amor de su vida… y padre de su hija.
Al estar convencido de que detrás del regreso de Gutiérrez está Damián, Pedro va con cuidado y Damián, por su parte, le recomienda a Irene que le cuente a Cristina toda la verdad antes que otro lo haga por ella. Está aullando el trueno del disparo de una verdad desgarradora, la cual se avemina entre el presente y el futuro y la curva del tiempo va dejando huellas.
La vida de Manuela vive un cambio en la medida en que Gaspar no responde a su carta. Ella fue a que Claudia la consolara, pero ni las palabras de Claudia logran tranquilizarla. Gaspar por su parte no se atreve a abrir la carta, preso del miedo y la incertidumbre. Las palabras que no se dicen pesan más que las que se dicen, y este relato es una prueba permanente de aquello.