La última entrega de Sueños de libertad ha puesto en evidencia que, en este universo de pasiones, secretos y rencores, la paz es solo un espejismo. Andrés sorprendió a todos con un gesto inesperado para el que nadie contaba: le pidió perdón a Gabriel, su primo y eterno rival, en presencia de toda la familia. Pero ese gesto de reconciliación aparente encierra más pólvora que paz. Mientras tanto, las relaciones personales se tensionan, viejas heridas vuelven a florecer, y nuevos enigmas tensionan el frágil equilibrio entre los protagonistas.
1PERDÓN EN PÚBLICO, GUERRA EN PRIVADO EN SUEÑOS DE LIBERTAD

En una escena llena de simbolismo, Andrés pronunció el discurso, miró fijo a Gabriel y le hizo una disculpa pública: le hizo una disculpa pública por aquellas acusaciones que ya habían manchado su nombre. Aquello que asomaba para ser una señal de humildad, un deseo de cancelación, el apuntalamiento de una nueva etapa, se convirtió, sin embargo, en una guerra de ambos.
El fondo de esta tregua envenenada remonta las sospechas de Andrés sobre la supuesta culpabilidad de Gabriel por cuestiones turbias. Andrés, convencido de que solo la verdad haría que la relación con Begoña tuviese sentido, le invitó a visitar a Remedios en prisión. Él creía que, a cara de perro, ella podría confesar aquello que sabe y confirmar su inocencia.
Y Gabriel, agraviado en su honra, dio a mover sus propios naipes. Intenta formular una denuncia contra Brossard por el robo de la patente del perfume de Cobeaga, un movimiento no sólo dirigido a recuperar su dignidad, sino que, además, pretende dar un golpe de efecto a sus contrincantes.