La tensión ha hecho insidioso cada rincón de La Promesa, y esta semana las emociones se desbordan hasta llegar a la ebullición, que dejará a marca. Secretos, ambiciones y amores prohibidos tiran de un delicado equilibrio que se romperá en cualquier momento. Ricardo, con ímpetu por cambiar el rumbo de su vida, planea deshacer el matrimonio para poder vivir junto con Pía; Manuel se deja la piel para salvar su empresa; Antiguas disputas brotan con la llegada de visitantes inesperados. En medio de todo eso, cada gesto y cada palabra parece que tienen un peso que puede inclinar la balanza del destino.
3NEGOCIOS, DISTANCIAS Y HERIDAS ABIERTAS EN LA PROMESA

En el ámbito de Manuel en «La Promesa», este momento también podría resultar crucial para que el quien lo vive determine su futura trayectoria profesional. Con ímpetu, le expone a Leocadia una propuesta de la que él considera que depende la estabilidad de la empresa. Esta propuesta, originada por horas de trabajo y de análisis, es rechazada de inmediato por la señora, cuyo comportamiento demuestra sin ambages que las prioridades de la señora y de Manuel están muy, muy lejos de coincidir. Este desacuerdo puede ser la primera de una brecha difícil de cubrir.
Los vínculos personales que existen dentro del palacio también están pasando por uno de sus peores momentos. El distanciamiento que hay entre Curro y Ángela sigue siendo el mismo, abarcando una herida emocional que no parece que la chica tenga la intención de perdonar, pese a la superficialización que representa Pía; y el resentimiento pesa tanto que, una vez más, cada intento de acercamiento parece caer en saco roto.
En esta situación de pasiones, negocios y viejas rencillas las posibilidades de reconciliación son cada vez menos evidentes. Cuando el perdón no nace del corazón, no es más que una declaración en la que el tiempo se encarga de derribar. Las promesas de un futuro en paz para los habitantes del palacio son cada vez más distantes, y en cambio cada uno de ellos se refuerza en su interés y su miedo.