lunes, 11 agosto 2025

Lo consumes varias veces por semana y ahora lo asocian con los primeros síntomas de alzhéimer

Pocos diagnósticos generan tanto pavor como el alzhéimer. Es una enfermedad que borra los recuerdos, la identidad y que nos enfrenta a una de nuestras mayores vulnerabilidades como seres humanos. Lo que nunca hubiéramos imaginado es que la pista para entenderlo mejor podría estar en algo tan cotidiano como el filete que comemos varias veces por semana. La ciencia está poniendo el foco en un vínculo sorprendente, ya que un consumo elevado de carne roja podría estar relacionado con la acumulación de hierro en el cerebro, un factor que se asocia con el desarrollo de esta devastadora enfermedad neurodegenerativa. ¿Podría estar la respuesta en nuestra lista de la compra?

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El miedo a la pérdida de memoria es una sombra que planea sobre todos nosotros a medida que cumplimos años. Buscamos soluciones en crucigramas, en aprender idiomas o en cualquier actividad que prometa mantener nuestra mente ágil. Pero la idea de que nuestras elecciones en la mesa influyan directamente en nuestra salud cerebral es cada vez más clara. Nuevas investigaciones sugieren que este alimento tan presente en nuestra dieta, porque la carne roja podría acelerar los procesos de estrés oxidativo que dañan las neuronas, podría no ser el mejor aliado para un envejecimiento saludable. La pregunta que surge es inevitable y nos afecta a todos: ¿debemos replantearnos nuestra relación con la carne?

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EL ESCUDO PROTECTOR: ¿QUÉ PODEMOS HACER EN LA COCINA?

Fuente Freepik

Si la carne roja puede ser un factor de riesgo, ¿qué alimentos actúan como protectores? La respuesta es, afortunadamente, mucho más amplia y apetecible. La dieta mediterránea vuelve a aparecer como la gran campeona de la salud, también para el cerebro. Rica en frutas, verduras, legumbres, pescado azul, aceite de oliva virgen extra y frutos secos, esta forma de alimentación es un cóctel de antioxidantes y antiinflamatorios naturales. Estos compuestos son el antídoto perfecto contra el estrés oxidativo que mencionábamos antes, incluido el provocado por el hierro. Adoptar estos hábitos es clave para la prevención del alzhéimer. De este modo, los antioxidantes presentes en los alimentos de origen vegetal ayudan a neutralizar los radicales libres y a proteger a las neuronas del daño, creando un entorno cerebral mucho más resistente.

El pescado azul, como las sardinas, el salmón o el atún, merece una mención especial. Es la principal fuente de ácidos grasos omega-3, especialmente el DHA, que es un componente estructural clave de las membranas de las neuronas. Es como el «ladrillo» con el que se construye un cerebro sano. Consumir pescado azul un par de veces por semana se asocia con un menor riesgo de demencia y un mejor rendimiento cognitivo. No es una cura mágica, pero es una herramienta poderosa, ya que el omega-3 tiene propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras que son fundamentales para mantener una buena función cognitiva y contrarrestar los factores de riesgo del alzhéimer.


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