lunes, 11 agosto 2025

La playa de Asturias donde puedes encontrar oro de verdad en la arena

Hay una playa en Asturias que esconde un secreto que parece sacado de una novela de aventuras, un tesoro literal que aguarda pacientemente entre granos de arena y el murmullo de las olas. No es una leyenda de piratas ni un cuento para niños, sino una fascinante realidad geológica, pues el río Porcía arrastra diminutas pepitas de oro hasta la arena de Penarronda, una de las playas más espectaculares del occidente astur. La idea de convertir un día de playa en una auténtica búsqueda del tesoro es tan poderosa que atrae a soñadores y curiosos por igual, transformando una simple escapada al Paraíso Natural en algo completamente mágico.

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Y la pregunta que todos se hacen es, ¿es esto legal? La respuesta es un rotundo sí, y es lo que convierte a este lugar en algo todavía más especial. Lejos de ser una actividad prohibida o reservada a expertos, la Confederación Hidrográfica permite su recogida siempre que sea para uso personal y sin maquinaria, lo que abre la puerta a que cualquiera pueda probar suerte. Este pequeño gran detalle convierte a esta playa en un destino único en toda la costa cantábrica, un lugar donde la fantasía infantil de encontrar oro se encuentra con la belleza salvaje de Asturias y la posibilidad, muy real, de volver a casa con un recuerdo inolvidable y brillante.

EL SECRETO DORADO DE PENARRONDA

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Antes de hablar del oro, hay que hablar del escenario. Penarronda no es una playa cualquiera. Situada entre los concejos de Castropol y Tapia de Casariego, es un arenal imponente, una media luna perfecta de casi un kilómetro de longitud custodiada por acantilados. Su nombre, que significa «peña redonda», proviene de la enorme roca horadada que se erige en su centro, un icono inconfundible. Es un lugar de una belleza abrumadora, donde este arenal fue declarado Monumento Natural por su gran valor ecológico y paisajístico, albergando un singular sistema dunar y una biodiversidad que merece ser protegida y admirada con respeto en esta zona de Asturias.

Es precisamente en este entorno privilegiado donde la magia ocurre. El río Porcía, que desemboca en el extremo occidental de la playa, es el responsable de este pequeño milagro. Durante su recorrido desde las montañas del interior, el río erosiona los terrenos y arrastra consigo diminutos sedimentos. Entre ellos, el más codiciado. La historia confirma que no es casualidad, ya que el oro procede de los yacimientos de la cuenca del río que los romanos ya explotaron hace siglos, dejando un legado que la naturaleza se encarga de repartir hoy en día. Por ello, buscar oro en esta playa de Asturias es también conectar con una historia milenaria.

¿ES REALMENTE ORO Y ES LEGAL BUSCARLO?

Que no haya lugar a dudas: sí, es oro de verdad. No esperes encontrar la pepita que jubilará a tu familia, pero las partículas que se pueden hallar son auténtico oro de 24 quilates, puro y brillante. Hablamos de oro aluvial, que se presenta en forma de pequeñas escamas o granos minúsculos, conocidos como «chispitas». Para un ojo no entrenado, pueden pasar desapercibidas, pero para el buscador paciente, son un tesoro. De hecho, se trata de oro aluvial, pequeñas partículas arrancadas de la roca madre por la erosión del agua a lo largo de los siglos. Esta es la forma más común de oro encontrada en los ríos de la geografía del Principado.

La cuestión legal es la que más sorprende y anima a los visitantes. En España, la Ley de Minas regula la explotación de los recursos geológicos, pero contempla una excepción que es clave en este caso. Se trata del «uso común privativo por disposición legal», un concepto que suena complejo pero que en la práctica es muy simple, pues la ley permite la recogida manual de minerales para coleccionismo o fines no comerciales, siempre que no se altere el entorno ni se utilice maquinaria pesada. Esto significa que ir con tu batea a probar suerte es una actividad perfectamente legal en esta playa de Asturias.

LA FIEBRE DEL ORO PARA PRINCIPIANTES: CÓMO EMPEZAR

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Entonces, ¿cómo se convierte uno en buscador de oro por un día? El proceso es más sencillo de lo que parece y requiere más paciencia que fuerza. La herramienta fundamental es la batea, ese plato hondo y cónico que hemos visto en tantas películas del Oeste. Se puede comprar por internet o en tiendas especializadas por un precio muy asequible.

Además, necesitarás una pequeña pala y un bote con agua para guardar tus hallazgos. Con este simple equipo, ya estás listo para iniciar tu aventura. La clave es saber dónde buscar, ya que la mejor zona para encontrar oro es cerca de la desembocadura del río Porcía, especialmente después de días de lluvia o tormentas, cuando el caudal ha arrastrado más sedimentos.

La técnica, conocida como «bateo», es un arte que se perfecciona con la práctica. Consiste en llenar la batea con arena y grava de la orilla, sumergirla en el agua y realizar un movimiento circular y de vaivén. La idea es que los materiales más ligeros, como la arena y las piedras pequeñas, se vayan por el borde.

Como el oro es uno de los metales más densos que existen, se irá depositando en el fondo del plato. Al final, con suerte, quedará un fino sedimento negro (magnetita) y, entre él, las ansiadas chispitas doradas. No te frustres si no encuentras nada al principio, ya que la paciencia es la herramienta más importante, ya que el proceso es lento y requiere práctica y atención.

MÁS ALLÁ DEL ORO: LA MAGIA DEL OCCIDENTE ASTUR

Sería una pena viajar hasta Penarronda y limitarse solo a la búsqueda del tesoro. El occidente de Asturias es una de las zonas más auténticas y espectaculares de toda la región, un territorio de pueblos marineros de postal, acantilados de infarto y una gastronomía para quitar el hipo. A pocos kilómetros se encuentra Castropol, una villa señorial colgada sobre la ría del Eo, con sus casas de indianos y unas vistas que cortan la respiración. También merece una visita Tapia de Casariego, con su encantador puerto pesquero y su ambiente surfero, una de las cunas de este deporte en España.

Esta comarca es un destino en sí mismo, un lugar para recorrer sin prisa, deteniéndose en cada mirador y en cada puerto. La cultura local, la amabilidad de sus gentes y, por supuesto, su cocina, son sus otros grandes tesoros. Después de una jornada de búsqueda en la playa, no hay mejor plan que sentarse en una terraza a disfrutar de un pescado fresco del Cantábrico, unos percebes o un buen cachopo, regado con sidra. La experiencia se completa así, porque disfrutar de la gastronomía local es el broche de oro perfecto a una jornada de búsqueda en la naturaleza. Este viaje por el occidente astur es una inmersión total en la esencia del Paraíso Natural.

UN TESORO QUE VA MÁS ALLÁ DEL METAL

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Al final del día, puede que tu botín se reduzca a unas pocas motas doradas casi invisibles en el fondo de un frasco. O puede que no encuentres nada. Y, sin embargo, te irás de allí sintiéndote inmensamente rico. Porque el verdadero tesoro de Penarronda no es el metal precioso que esconde su arena. La verdadera riqueza es la experiencia, el momento, la conexión con un entorno salvaje y la emoción de una búsqueda que te transporta a la infancia. En una época de gratificación instantánea, dedicar horas a un proceso lento y meticuloso es, en sí mismo, un lujo. Este rincón del Paraíso Natural es especial, un lugar mágico de Asturias.

Lo que te llevas de esta playa de Asturias no se mide en gramos ni en quilates. Te llevas el recuerdo del sonido de las olas rompiendo contra la «peña redonda», el tacto de la arena fría bajo tus pies y la emoción contenida cada vez que vaciabas la batea. Te llevas una historia que contar, una anécdota única. Porque esa diminuta mota dorada que quizás brille en la palma de tu mano, esa diminuta mota dorada en la palma de tu mano contiene el eco de los ríos y las montañas de una tierra legendaria. Y ese, sin duda, es el mayor tesoro que uno puede encontrar en la mágica costa de Asturias.


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