Una búsqueda rápida en Google sobre seguros de hogar nos arroja miles de resultados, promesas de tranquilidad y eslóganes sobre la protección de lo que más nos importa. Sin embargo, tras esa fachada de seguridad se esconde a menudo una realidad contractual mucho más enrevesada y, en ocasiones, deliberadamente perjudicial para el asegurado. Millones de españoles firman cada año sus pólizas con la confianza de estar cubiertos ante cualquier imprevisto, desde una simple gotera hasta un devastador incendio, sin ser conscientes de que una pequeña cláusula, casi invisible en el mar de condiciones generales, podría reducir drásticamente la indemnización que recibirían en caso de siniestro, dejándolos en una situación de total desamparo económico y emocional. Esta disposición es la conocida como cláusula de infraseguro, un mecanismo legal pero de consecuencias muy lesivas.
El problema radica en una práctica tan extendida que afecta, según estimaciones de expertos del sector, a cerca del noventa por ciento de los contratos de seguros de hogar en nuestro país. La mayoría de los clientes, por desconocimiento o por un intento de abaratar la prima anual, aseguran su vivienda por un valor inferior al que realmente costaría reconstruirla. Lo que no saben es que, al hacerlo, activan una trampa perfectamente diseñada por las aseguradoras que el propio Tribunal Supremo ha calificado de abusiva. Es una bomba de relojería contractual que permanece latente, esperando el momento de un siniestro para detonar y aplicar una reducción proporcional a la indemnización final, una sorpresa desagradable que convierte la supuesta protección en una auténtica pesadilla financiera para la familia afectada.
EL INFRASCEGURO: EL ENEMIGO SILENCIOSO EN TU PÓLIZA DE HOGAR

El concepto de infraseguro puede sonar técnico, pero su funcionamiento es dolorosamente simple y afecta directamente al bolsillo del consumidor. Se produce cuando el valor que declaramos para nuestra vivienda en la póliza, conocido como capital asegurado, es inferior a su valor real de reconstrucción. Las compañías, amparándose en la Ley de Contrato de Seguro, aplican entonces lo que se conoce como la «regla de la proporcionalidad». Esto significa que si has asegurado tu casa por el 50% de su valor real, en caso de un siniestro, la compañía solo te pagará el 50% de los daños sufridos, independientemente de que el coste de la reparación sea muy inferior al capital total que tenías asegurado. Es una fórmula matemática que siempre juega en contra del asegurado, quien a menudo descubre esta penalización en el peor momento posible.
Imaginemos un caso práctico para entender su alcance. Un propietario tiene una vivienda cuyo valor de reconstrucción es de 200.000 euros, pero para pagar una prima más baja, la asegura por solo 120.000 euros, lo que supone un 60% de su valor real. Un día sufre un incendio en la cocina cuyos daños se tasan en 20.000 euros. El propietario, confiado, piensa que su seguro de 120.000 euros cubrirá de sobra esa cantidad. La sorpresa llega cuando la aseguradora le informa de que, al existir un infraseguro del 40%, solo le indemnizará con el 60% de los daños, es decir, recibirá únicamente 12.000 euros en lugar de los 20.000 que necesita para la reparación. La información sobre estas reglas rara vez se busca activamente en Google hasta que el problema ya ha surgido.
LA LETRA PEQUEÑA QUE EL SUPREMO HA PUESTO BAJO LA LUPA
La buena noticia para los consumidores es que el Tribunal Supremo ha puesto coto a esta práctica, considerándola abusiva en muchos contextos. En una sentencia que sienta jurisprudencia, el alto tribunal ha determinado que para que una aseguradora pueda aplicar la regla proporcional del infraseguro, no basta con que esta figure en el contrato. La cláusula debe cumplir unos requisitos de transparencia muy estrictos, algo que raramente ocurre. Debe estar redactada de forma clara, comprensible y destacada dentro de la póliza, de manera que el consumidor medio pueda entender perfectamente las consecuencias económicas negativas que conlleva asegurar su vivienda por debajo de su valor. No puede ser una condición más, perdida entre decenas de páginas de letra pequeña indescifrable.
El fallo del Supremo se fundamenta en el desequilibrio que esta cláusula genera entre la compañía y el cliente. La aseguradora, como parte experta y profesional, tiene la obligación de informar activamente y de forma inequívoca sobre los riesgos del infraseguro. No puede limitarse a aceptar el valor propuesto por el cliente para luego, en caso de siniestro, aplicar una penalización que el asegurado nunca previó. Por tanto, si la cláusula no supera este doble control de transparencia e inclusión, se considera no puesta y la aseguradora está obligada a pagar el 100% de los daños, hasta el límite del capital contratado, sin poder aplicar ninguna reducción proporcional. Esta decisión judicial se ha difundido ampliamente, y una consulta en Google revela numerosos despachos especializados en la materia.
¿CONTINENTE O CONTENIDO? LA CLAVE PARA NO PERDER DINERO

Para evitar caer en la trampa del infraseguro, es fundamental entender dos conceptos básicos que toda póliza de hogar maneja: el continente y el contenido. El continente se refiere a la estructura del inmueble en sí; es decir, los cimientos, los muros, los techos, las instalaciones fijas de agua, luz o gas y, en general, todo lo que forma parte del esqueleto de la construcción. El error más común es confundir su valor con el precio de mercado de la vivienda, que incluye el valor del suelo y factores especulativos. El valor correcto del continente es el coste de reconstrucción, lo que costaría volver a levantar la casa desde cero si quedara totalmente destruida, un dato que no suele coincidir con lo que pagamos por ella.
Por otro lado, el contenido engloba todos los bienes y enseres que se encuentran dentro de la vivienda y que no forman parte de su estructura. Aquí se incluyen los muebles, los electrodomésticos, la ropa, los equipos electrónicos, las joyas y cualquier otro objeto personal. Valorar correctamente el contenido es una tarea tediosa pero crucial, ya que la gente tiende a infravalorar de forma sistemática sus pertenencias. Es vital realizar un inventario detallado, habitación por habitación, y asignar un valor de reposición a nuevo para cada objeto, guardando facturas, fotografías o vídeos que puedan servir como prueba en caso de tener que presentar una reclamación. La suma de ambos valores, continente y contenido, nos dará el capital total que debemos asegurar para estar verdaderamente protegidos.
CÓMO CALCULAR EL VALOR REAL DE TU VIVIENDA Y EVITAR LA TRAMPA
Calcular el valor de reconstrucción del continente no es una ciencia exacta para un particular, pero existen herramientas fiables para aproximarse. Una de las más recomendables es consultar los módulos de construcción que publican los Colegios de Arquitectos de cada comunidad autónoma. Estos módulos ofrecen un coste por metro cuadrado según la calidad de la construcción y la zona geográfica. Multiplicando esa cifra por los metros cuadrados de nuestra vivienda, obtendremos una estimación muy ajustada. Otra opción, más precisa pero con coste, es contratar a un tasador profesional, cuya valoración será un documento incontestable frente a la aseguradora en caso de disputa. La complejidad de estos cálculos es a veces comparable a la de entender los algoritmos de Google.
Para el contenido, la mejor estrategia es la paciencia y el detalle. Recorrer la casa con una libreta o una hoja de cálculo e ir anotando todo lo que vemos es el primer paso. Muebles de salón, electrodomésticos de la cocina, ordenadores, televisores, colecciones, ropa de marca, obras de arte o joyas deben ser valorados por su coste de reemplazo actual. No se trata de lo que costaron en su día, sino de lo que costaría comprarlos de nuevo hoy. Es importante no olvidar los objetos guardados en trasteros o garajes, ya que su valor acumulado puede ser sorprendentemente alto y su omisión podría generar un infraseguro parcial en el contenido. Esta labor minuciosa es la única garantía real para que la póliza cumpla su función cuando más se la necesita.
TUS DERECHOS COMO CONSUMIDOR: PASOS PARA RECLAMAR Y ANULAR LA CLÁUSULA

Si ya tienes una póliza contratada y sospechas que puedes estar en situación de infraseguro, o si has sufrido un siniestro y la compañía pretende aplicarte la regla proporcional, es crucial que conozcas tus derechos y los pasos a seguir. El primer movimiento es revisar a fondo el contrato para localizar la cláusula en cuestión. Debes analizar si está destacada, si su redacción es clara y si se te explicó de forma explícita en el momento de la contratación. Cualquier búsqueda en Google sobre derechos del consumidor en seguros te orientará. Si la cláusula es opaca o está escondida, tienes motivos sólidos para impugnar su aplicación ante el servicio de atención al cliente de la propia aseguradora, presentando una reclamación formal por escrito.
Si la compañía desestima tu reclamación, no todo está perdido. El siguiente escalón es acudir a la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP), un organismo público que media en los conflictos entre aseguradoras y clientes. Su dictamen, aunque no es vinculante, suele tener mucho peso y puede hacer que la compañía reconsidere su postura. Si aun así se niegan a pagarte la totalidad de los daños, la última vía es la judicial. Armado con la sentencia del Tribunal Supremo y el posible informe favorable de la DGSFP, las probabilidades de ganar el litigio y conseguir que un juez declare la nulidad de la cláusula y obligue a la aseguradora a pagarte íntegramente son muy elevadas. La era digital, con herramientas como Google, ha democratizado el acceso a esta información, empoderando al ciudadano.