La trayectoria de María Patiño ha dado un giro inesperado y doloroso desde que desapareciera de la pantalla en su papel más reconocible: el de colaboradora y presentadora en programas como Sálvame o Socialité. Dos años después de haber sido uno de los rostros más visibles de Telecinco, su presencia en televisión es casi inexistente y su intento de reconducir su carrera en RTVE terminó con más sombras que luces. Esta etapa, que en otros tiempos habría sido una oportunidad de relanzamiento, se ha convertido para ella en una fuente de decepción y aprendizaje personal. Alejada del foco mediático, ha decidido hablar con total sinceridad en el pódcast Perreando, donde ha desnudado emocionalmente las heridas que le dejó su salida de la primera línea televisiva y lo que esa ausencia reveló sobre quienes la rodeaban. “Yo no sabía que había personas a las que quería que no sentían lo mismo por mí”, confiesa con la voz serena pero la emoción aún latente. “Yo pensaba que eran amigos, y cuando no estás en la tele parece ser que se ha desvinculado todo”, añade con resignación, como quien ha aceptado una verdad dolorosa que hasta hace poco se negaba a ver.
2María Patiño habla muy claro

Este despertar, según ha contado, ha sido progresivo pero profundo. El contraste entre lo que vivía cuando estaba en la cima de su popularidad y lo que ha experimentado en estos dos últimos años ha dejado una marca significativa. “Cuando todo te va muy bien hay una capa que no te permite ver las cosas con claridad, pero de dos años para acá ha sido un golpe de realidad”, reconoce. Y no se refiere solo al aspecto profesional, sino a algo más íntimo: la idealización de su mundo. “Tenía muy idealizado mi mundo y algunas relaciones que me rodeaban y fue así como hacerme mayor de repente”, confiesa con honestidad. Esa madurez forzada por la decepción y la soledad ha sido, quizá, uno de los aprendizajes más duros de su vida. Porque no es fácil aceptar que lo que una vez pareció afecto y compañerismo no era más que interés condicionado por la presencia en pantalla.
Pero en ese paisaje desolador también hay luz. María ha querido destacar que, en medio del silencio de muchos, hay un vínculo que no se ha roto: el que mantiene con Belén Esteban. En tiempos donde las amistades parecen disiparse con la misma rapidez con la que cambia la parrilla televisiva, su relación con la de San Blas se ha mantenido viva, con sus altibajos, pero sincera. “Somos muy diferentes en muchas cosas pero muy iguales en otras, es una cosa muy extraña”, ha explicado, aludiendo a la complicidad que las une. Reconoce que en lo profesional ambas tienen métodos opuestos, pero en lo personal comparten una autenticidad poco común en su entorno. “Para mí no es Belén Esteban, es Belén, y para ella igual. La última vez que hablamos discutimos y luego nos arreglamos, una relación normal”, añade con una sonrisa implícita en la voz. Esa naturalidad, lejos de lo artificial de las cámaras, parece ser ahora su refugio más valioso.
¿Cómo es la vida actual de María Patiño?

María Patiño vive un momento de redefinición, de tránsito entre el éxito que un día fue suyo y una nueva etapa en la que el reconocimiento ha dado paso a la introspección. No hay estridencias en sus palabras, ni rencor, solo una mirada lúcida sobre lo que significó el final de un ciclo. Aunque RTVE no fue el renacer que muchos auguraban, su experiencia ha servido como catalizador para que María entienda qué tipo de relaciones merecen la pena y qué significa realmente tener los pies en la tierra. “Hacerme mayor de repente”, como ella misma ha dicho, no es solo una forma de hablar: es el resumen de una mujer que ha descubierto que el mayor aprendizaje no llega en lo alto de un plató, sino cuando se apagan las luces.