miércoles, 6 agosto 2025

María Patiño, sola y abandonada tras su fracaso en TVE: «Mi vida es muy…»

La trayectoria de María Patiño ha dado un giro inesperado y doloroso desde que desapareciera de la pantalla en su papel más reconocible: el de colaboradora y presentadora en programas como Sálvame o Socialité. Dos años después de haber sido uno de los rostros más visibles de Telecinco, su presencia en televisión es casi inexistente y su intento de reconducir su carrera en RTVE terminó con más sombras que luces. Esta etapa, que en otros tiempos habría sido una oportunidad de relanzamiento, se ha convertido para ella en una fuente de decepción y aprendizaje personal. Alejada del foco mediático, ha decidido hablar con total sinceridad en el pódcast Perreando, donde ha desnudado emocionalmente las heridas que le dejó su salida de la primera línea televisiva y lo que esa ausencia reveló sobre quienes la rodeaban. “Yo no sabía que había personas a las que quería que no sentían lo mismo por mí”, confiesa con la voz serena pero la emoción aún latente. “Yo pensaba que eran amigos, y cuando no estás en la tele parece ser que se ha desvinculado todo”, añade con resignación, como quien ha aceptado una verdad dolorosa que hasta hace poco se negaba a ver.

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La caída de María Patiño

La caída de Patiño en el ecosistema televisivo español ha sido más dura de lo que muchos podrían imaginar. Ella misma admite que no esperaba el tipo de soledad que ha sentido tras el final de Sálvame y su posterior despido de Socialité. El silencio, la falta de llamadas y el distanciamiento de quienes creía incondicionales la empujaron a revisar de forma crítica sus vínculos profesionales. “Yo no había contemplado esa posibilidad en algunas personas”, dice con claridad, dejando entrever que el mayor daño no ha venido de las decisiones de las cadenas, sino del abandono emocional que sufrió por parte de compañeros a los que consideraba amigos. Lo que para muchos podría haber sido simplemente un cambio de trabajo, para ella significó enfrentarse a una redefinición completa de su entorno, de su rol como figura pública y, en gran medida, de su propia identidad.

En ese proceso de reconstrucción personal, María ha empezado a ver su carrera desde una perspectiva mucho más realista. Lejos del glamour, de los focos y del ritmo frenético de los programas en directo, ha descubierto una vida más doméstica, más parecida a la de cualquier otra persona. “Para mí, mi vida profesional es muy rutinaria, mi vida es mucho más normal de lo que te crees”, afirma, desmontando la imagen de celebridad inalcanzable. “Un día lloras porque te va mal el programa, un día sales más feliz porque estás más contenta, como el que va a trabajar a una farmacia y tiene días buenos, malos y regulares”, explica, reivindicando una cotidianidad que a menudo queda oculta bajo la espectacularidad del mundo de la televisión. Su reflexión no es una queja, sino una afirmación serena de que la fama no garantiza estabilidad emocional, ni mucho menos relaciones sinceras.

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