En el poderoso universo que es La Promesa, cualquier elemento está cargado de simbolismo, pero pocas veces un objeto ha cambiado tanto el equilibrio de la casa como el nuevo cuadro que decora las paredes de su interior. Este episodio 648, que se emitirá el martes 5 de agosto, es más que un avance en la historia; un antes y un después, un nuevo destino para los personajes, como si el óleo escondiera un alma propia.
1UN RETRATO CON MIEDOS DORMIDOS

La aparición del cuadro hallado en el centro del palacio de La Promesa ha dado lugar a una sensación de malestar que ni el más cabal de todos logra contener. Desde que Martina se desmayó la notoria primera vez que lo observó, el ambiente ha comenzado a llenarse de una tensión que va creciendo a cada nuevo vistazo al lienzo. «Hay algo oscuro en esa pintura», murmuran los criados, como si les diera miedo que el tono de voz pudiese activar la maldición que parece manar desde el lienzo.
El enigma va cogiendo un cariz bastante más pesado en el momento en que se inicia la duda sobre su origen. ¿Fue Cruz quién lo hizo antes de ser detenida? ¿Por qué no se había señalado su existencia previamente? Petra, tan razonadora y hermética, revive con todo sigilo una memoria de otra época en compañía de la marquesa. Las miradas al cuadro son alargadas, imbuidas en una mezcla de miedo y añoro que nadie se atreve a romper.
Alonso prueba a mostrarse impasible y, no obstante, acaba fracasando de una manera escandalosa: cuando se encuentra frente a frente con el cuadro, la imagen quieta de su esposa parece diluir su resistencia. No es casualidad que Manuel llegue a reconocerle a Curro que se siente muy afectado por el retrato. «He hablado como si mi madre pudiera oírme», dice, hasta qué extremo la pintura ha dado en la diana de los sentimientos más invisibles y recónditos de los que contemplan el cuadro.
Esta extraña implicación que tiene el retrato no es únicamente cosa de Manuel: el cuadro sirve como un espejo del interior emocional que no devuelve imágenes sino heridas abiertas. Aquello que debía ser un elemento decorativo se ha transformado en un enigma que va descolocando la estabilidad emocional de la casa misma.