domingo, 10 agosto 2025

Los seguidores de esta famosa banda británica han roto el récord de cervezas consumidas en un concierto

Cuando Oasis anunció su gira de regreso, nadie imaginó que no solo llenarían estadios sino también barriles. Los hermanos Gallagher volvieron a los escenarios después de casi 16 años, y no solo han revivido la nostalgia noventera, sino que, de paso, están pulverizando cifras. La más insólita de todas: la de la cerveza. Según datos oficiales, cada noche en Wembley se consumen cerca de 250.000 pintas, una cifra tan impresionante como su legado musical.

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Si se tiene en cuenta que cada uno de los shows en Londres reúne a 80.000 personas, estamos hablando de un promedio de tres pintas por espectador. Todo esto ha provocado una pequeña revolución logística: la empresa encargada del catering, Delaware North, ha tenido que improvisar zonas de almacenamiento bajo escaleras mecánicas. El fenómeno, que mezcla música, emoción y una sed colectiva pocas veces vista, no solo habla de una gira histórica, sino de una marca difícil de alcanzar.

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Wembley: un estadio con récords líquidos

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Desde su inauguración en 2007, el nuevo estadio de Wembley ha sido escenario de grandes hitos musicales. Pero lo que está ocurriendo con Oasis es algo totalmente inédito. Ni los múltiples conciertos de Ed Sheeran, ni los megashows de Beyoncé o los tours mundiales de bandas como U2 se acercaron a semejante consumo de cerveza.

Se estima que al finalizar los cinco conciertos, se habrán consumido alrededor de 1.250.000 pintas, una cifra que asombra incluso a los trabajadores más veteranos del estadio. Y aunque Oasis siempre fue una banda que invitaba a levantar la copa —por historia, actitud y repertorio—, el presente los ha superado. La cerveza se ha convertido en un actor más del espectáculo.

Por otro lado, el retorno del grupo ha generado una oleada de interés mediático. El hecho de que los hermanos Gallagher se dieran la mano sobre el escenario en el primer show en Londres ha sido tan comentado como la música misma. Se trató de un gesto que, más allá de lo simbólico, pareció sellar una nueva etapa.


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