Cuando Oasis anunció su gira de regreso, nadie imaginó que no solo llenarían estadios sino también barriles. Los hermanos Gallagher volvieron a los escenarios después de casi 16 años, y no solo han revivido la nostalgia noventera, sino que, de paso, están pulverizando cifras. La más insólita de todas: la de la cerveza. Según datos oficiales, cada noche en Wembley se consumen cerca de 250.000 pintas, una cifra tan impresionante como su legado musical.
Si se tiene en cuenta que cada uno de los shows en Londres reúne a 80.000 personas, estamos hablando de un promedio de tres pintas por espectador. Todo esto ha provocado una pequeña revolución logística: la empresa encargada del catering, Delaware North, ha tenido que improvisar zonas de almacenamiento bajo escaleras mecánicas. El fenómeno, que mezcla música, emoción y una sed colectiva pocas veces vista, no solo habla de una gira histórica, sino de una marca difícil de alcanzar.
2La cerveza como termómetro emocional

Que en un concierto se beba cerveza no es ninguna novedad. Pero lo de Oasis supera toda lógica. Durante cada noche, se sirven cerca de 250.000 pintas, el doble que lo registrado en los conciertos de Coldplay en 2024 (120.000) y seis veces más que los datos del Eras Tour de Taylor Swift (40.000), ambos en el mismo recinto.
Lo más interesante es que el número no es solo estadística. Es reflejo de una generación —o varias— que volvió a vibrar con los himnos que marcaron una era. Desde “Don’t Look Back in Anger” hasta “Champagne Supernova”, los asistentes no solo corearon canciones: brindaron por ellas.
El precio de cada pinta en el estadio es de 8,20 libras. Esto significa que en un solo concierto, el público invierte más de dos millones de libras en cerveza. El dato, aunque sorprendente, ha sido confirmado por la propia empresa de catering. El fenómeno ha sido tan intenso que cada noche se movilizan más de 4.500 barriles, un despliegue logístico pocas veces visto incluso en eventos deportivos.