sábado, 2 agosto 2025

Tu planazo de verano está en el norte: surf de altura, pasado romano y noches de fiesta con el licor local como protagonista

El planazo definitivo para este verano podría no estar en las masificadas costas del Mediterráneo, sino mirando al Cantábrico, en una ciudad que lo tiene absolutamente todo. Gijón, la capital de la Costa Verde asturiana, se ha consolidado como el destino perfecto para quienes buscan mucho más que sol y playa. Es un lugar donde la arena dorada de una playa urbana espectacular se funde con el asfalto de una urbe vibrante y llena de historia, un equilibrio perfecto que pocas ciudades españolas pueden ofrecer. Aquí, la jornada puede empezar con una sesión de surf y terminar brindando con sidra en una plaza con siglos de antigüedad.

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Gijón es una promesa de experiencias auténticas, un destino que se vive con los cinco sentidos y que se aleja de los clichés turísticos. La ciudad invita a perderse por las callejuelas de su barrio marinero, a descubrir los vestigios de su pasado romano y a sumergirse en una cultura gastronómica y festiva que engancha desde el primer momento. Es la escapada ideal para un verano diferente, una ciudad que combina con maestría el ambiente playero con un pulso urbano inagotable, ofreciendo un sinfín de planes que satisfacen por igual al aventurero, al amante de la cultura y al que simplemente busca disfrutar de la buena vida.

LA PLAYA DE SAN LORENZO: DONDE LAS OLAS ROMPEN EN EL CORAZÓN DE LA CIUDAD

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La majestuosa playa de San Lorenzo es mucho más que un simple arenal; es el alma de Gijón y el escenario principal de la vida de la ciudad durante todo el año, pero especialmente en verano. Con su icónica forma de concha y más de un kilómetro y medio de longitud, se extiende desde la escalera 0, «La Cantábrica», hasta la desembocadura del río Piles. Su paseo marítimo, conocido por todos como «El Muro», es un hervidero constante de actividad, un lugar de encuentro donde gijoneses y visitantes corren, patinan, pasean o simplemente se sientan a contemplar la fuerza del Cantábrico. Aquí, uno de los paseos marítimos más emblemáticos del Cantábrico y el verdadero epicentro social gijonés, la vida transcurre a un ritmo marcado por las mareas.

Pero San Lorenzo es también un paraíso para los amantes de las olas, un referente del surf en el norte de España. Sus rompientes, accesibles y constantes, la convierten en un spot ideal tanto para quienes quieren ponerse de pie sobre una tabla por primera vez como para surfistas experimentados. Numerosas escuelas de surf salpican el paseo, ofreciendo clases y alquiler de material, lo que ha creado una vibrante cultura en torno a este deporte. Ver el atardecer desde el agua, esperando la ola perfecta mientras la ciudad se ilumina, es una de las experiencias más mágicas que este verano en Gijón puede regalar, un campo de juego perfecto para iniciarse en el surf o perfeccionar la técnica en un entorno urbano inmejorable.

CIMAVILLA Y EL ECO DE ROMA: UN PASEO ENTRE TERMAS Y CALZADAS MILENARIAS

Para entender el Gijón actual hay que subir las cuestas de Cimavilla, el antiguo barrio de pescadores que es el germen de la ciudad. Asentado sobre el cerro de Santa Catalina, este dédalo de calles estrechas, plazas recoletas y casas de colores es el barrio con más encanto y personalidad de la urbe. Coronando el cerro se encuentra el «Elogio del Horizonte», la monumental escultura de Eduardo Chillida que se ha convertido en el símbolo moderno de Gijón y en un mirador privilegiado al mar. Pasear por Cimavilla es un viaje en el tiempo, un laberinto de cuestas y plazas con un sabor marinero inconfundible donde cada rincón cuenta una historia de marineros, cigarreras y artesanos.

Pero mucho antes de los pescadores, los romanos ya habían elegido este enclave estratégico para fundar «Gigia». El legado de aquel pasado imperial sigue muy presente y se puede palpar en las Termas Romanas de Campo Valdés, situadas a los pies del cerro. Este yacimiento arqueológico permite caminar entre los restos de los baños públicos que usaban los antiguos habitantes de la ciudad hace casi dos milenios. Es fascinante imaginar la vida social que bullía en estos muros mientras se disfruta de la brisa del mar, un fascinante complejo termal que revela la importancia del Gijón romano, una visita imprescindible para comprender las profundas raíces históricas de una ciudad que ha sabido integrar su pasado en el vibrante presente de este verano.

LA RUTA DE LA SIDRA: EL RITUAL NOCTURNO QUE DA ALMA A GIJÓN

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Cuando cae la tarde en Gijón, comienza uno de los rituales más sagrados y definitorios de la cultura asturiana: la ruta de la sidra. Ir de sidrerías no es simplemente salir a beber; es un acto social, una forma de vida. El sonido del «culín» de sidra al caer desde lo alto en el vaso ancho, el bullicio de las conversaciones y el aroma fresco y ácido de la bebida crean una atmósfera única e irrepetible. En locales emblemáticos, se puede aprender el arte del escanciado, una técnica que no es puro teatro, sino que resulta fundamental para que la sidra exprese todas sus cualidades. Es el pistoletazo de salida perfecto para una noche de verano.

La fiesta se concentra en varias zonas clave, como los alrededores de la Plaza Mayor y la Plaza del Marqués, o en la famosa «cuesta del Cholo» en pleno Cimavilla. Aquí las sidrerías se suceden una tras otra, invitando a entrar, tomar un culín acompañado de una tapa y seguir a la siguiente. Este peregrinaje es la esencia de la noche gijonesa, un calentamiento social que puede derivar en una noche más larga en los pubs y bares de la zona de Fomento o la Ruta de los Vinos. Sin duda, la excusa perfecta para mezclarse con los locales y vivir la ciudad desde dentro, una experiencia que define el carácter abierto y festivo de Gijón.

MÁS ALLÁ DEL MURO: JARDINES SECRETOS Y MIRADORES AL CANTÁBRICO

Aunque Gijón es una ciudad eminentemente urbana y marinera, también presume de unos espectaculares pulmones verdes que invitan a la calma y el paseo. El más impresionante de todos es, sin duda, el Jardín Botánico Atlántico, un espacio de más de 25 hectáreas situado a las afueras de la ciudad. Este no es un parque cualquiera, sino un museo vivo dedicado a la conservación de la flora de los territorios bañados por el Atlántico. Pasear por sus diferentes entornos, desde el Jardín de la Isla hasta el Monumento Natural de La Carbayeda de El Tragamón, es una delicia para los sentidos, un museo vivo que alberga más de treinta mil plantas de los territorios atlánticos y un plan perfecto para una mañana tranquila este verano.

Para quienes prefieren las vistas al mar pero buscan escapar del bullicio de San Lorenzo, la Senda del Cervigón es la respuesta. Este camino peatonal parte del final del paseo del Muro y serpentea a lo largo de la costa, ofreciendo unas panorámicas espectaculares del Cantábrico. El recorrido, salpicado de esculturas y áreas de descanso, conduce a pequeñas y hermosas calas como la del Rinconín o la de Peñarrubia, mucho más salvajes y solitarias que la playa principal. Culminar el paseo en el parque de La Providencia, una senda costera que regala acantilados espectaculares y calas escondidas, es obtener la recompensa de una de las mejores vistas de toda la ciudad.

CACHOPOS, MARISCO Y SABOR A MAR: LA MESA ASTURIANA EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN

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Un viaje a Gijón, especialmente en verano, no estaría completo sin un profundo homenaje a su gastronomía, una de las más potentes y sabrosas de España. La cocina asturiana es generosa, contundente y basada en un producto de una calidad excepcional. El plato estrella que todo el mundo busca es el cachopo, esos dos enormes filetes de ternera empanados y rellenos de jamón serrano y queso, pero la oferta va mucho más allá. Una buena fabada asturiana, un pescado fresco del Cantábrico a la plancha o una mariscada de las que quitan el hipo son opciones que nunca fallan. Los restaurantes y sidrerías de la ciudad son templos del buen comer, platos contundentes y sabrosos que son un homenaje al producto de la tierra y el mar.

La experiencia culinaria de este verano debe terminar con un toque dulce, y en Asturias también son maestros en ello. El arroz con leche, requemado con su capa de azúcar caramelizado, es el postre por antonomasia, aunque compite en popularidad con los frixuelos (similares a los crepes) o el tocinillo de cielo. Comer en Gijón es mucho más que alimentarse; es un acto social, una celebración. La sobremesa en una terraza de Cimavilla o en una sidrería del centro es el broche de oro a una jornada perfecta, la excusa ideal para alargar la conversación y disfrutar de la hospitalidad asturiana que hace que todo el mundo quiera volver.


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