Apple no inventó el ordenador, y mucho menos el teléfono móvil. Sin embargo, lidera con mano firme ambos negocios. La historia empresarial está plagada de ejemplos similares que demuestran que no basta con ser el primero en algo, sino el mejor al ofrecerlo. En estos días, estamos asistiendo a la confirmación de un nuevo caso: el de los medicamentos para perder peso, con Novo Nordisk y Eli Lilly como protagonistas. El primero fue durante años el líder indiscutible en este campo —en algún momento, el único—, pero su dominio comienza a resquebrajarse.
Para algunos, el giro puede parecer repentino. De hecho, Novo Nordisk llegó a desplomarse hasta un 25% en bolsa el pasado martes, tras anunciar un severo recorte de previsiones de ventas —lo que en jerga financiera se conoce como profit warning. Pero este hundimiento no es un hecho aislado, sino el desenlace de una larga cadena de errores que arrastran a la farmacéutica desde hace tiempo. Si se amplía el foco a un año, la caída acumulada en bolsa supera ya el 60%.
El planteamiento de Weogvy por Novo Nordisk ha sido un desastre
El auge económico de Novo Nordisk y su posterior explosión bursátil tienen su origen años atrás, cuando la compañía tropezó —casi por accidente— con su gallina de los huevos de oro: Ozempic. Concebido inicialmente para tratar la diabetes tipo 2, su principio activo, la semaglutida, fue aprobado en Estados Unidos en 2017 con ese propósito. Sin embargo, pronto se descubrió un efecto secundario inesperado: la pérdida de peso. La fama no tardó en llegar, y el medicamento empezó a aparecer en los titulares, respaldado incluso por celebridades que lo usaban abiertamente.

A partir de ahí, las decisiones de la farmacéutica —y de su entonces consejero delegado, Lars Jorgensen— comenzaron a torcerse. Como Ozempic no estaba autorizado para la pérdida de peso, Novo Nordisk lanzó al mercado Wegovy, una versión específica para este fin. Pero casi todo lo relacionado con este nuevo producto ha salido mal. Primero, la compañía subestimó la demanda, lo que provocó problemas de suministro y abrió la puerta a nuevos competidores. Luego, no logró articular una estrategia sólida para su expansión en Europa.
La prisa por lanzar Wegovy pudo jugarle una mala pasada en dos frentes: menor eficacia y mayor precio. En cuanto a lo primero, Wegovy actúa únicamente sobre la hormona GLP-1, mientras que su competidor directo, Mounjaro (de Eli Lilly), también actúa sobre el GIP, un segundo péptido. Esta doble acción ha demostrado ser más efectiva. Mientras el tratamiento de Novo Nordisk permite reducir hasta un 14% del peso corporal, Zepbound —la marca comercial de Mounjaro— alcanza hasta un 20%, e incluso un 25% en ciertos pacientes. La diferencia es notable.
Novo Nordisk tiene la batalla perdida en el precio
En el terreno económico, Eli Lilly también ha ganado la partida. Wegovy cuesta alrededor de 1.350 dólares al mes, frente a los aproximadamente 1.000 que cuesta Mounjaro. Y lo mismo parece estar ocurriendo en la siguiente fase de esta revolución farmacológica: el formato en píldoras.
La versión oral de Wegovy aún espera aprobación, pero ya acumula problemas. Además de su elevado coste, su uso es incómodo: debe tomarse en ayunas, a primera hora de la mañana, y esperar media hora antes de comer. Por el contrario, la alternativa de Lilly —orforglipron— es más barata de producir y no requiere ayuno. La propia farmacéutica ha asegurado que ya dispone de «millones de tabletas» listas para su distribución, incluso antes de su aprobación oficial, prevista para el próximo año.
El temblor llega a Dinamarca
Pocos lugares reflejan mejor el impacto del declive de Novo Nordisk que Kalundborg, una pequeña ciudad danesa que ha crecido al abrigo de la farmacéutica. En los últimos años, el éxito de la empresa ha impulsado la economía de todo el país. De hecho, se estima que sin su aportación, el PIB de Dinamarca habría entrado en recesión. Las cifras hablan por sí solas: la compañía emplea al 3% de la población danesa, lo que equivaldría a una empresa con 1,4 millones de empleados en España. En los últimos informes económicos del Gobierno danés, Novo Nordisk aparece mencionada hasta 31 veces.
Sin embargo, el clima empieza a cambiar. Aunque la economía danesa aún cuenta con gigantes como Lego, Maersk o Vestas, la situación en Kalundborg se ha vuelto mucho más delicada. En ningún otro punto del país se vivió con tanta intensidad la bonanza de Novo Nordisk, ni se nota tanto ahora el golpe de realidad. La compañía tenía previsto invertir miles de millones en nuevas fábricas en la región, pero los planes podrían congelarse ante la nueva coyuntura.
A este contexto se suma la presión internacional. El expresidente estadounidense Donald Trump ha puesto en el punto de mira a las farmacéuticas extranjeras, con una cruzada en favor de los medicamentos baratos y la producción local. Esta postura choca frontalmente con la estrategia de Novo Nordisk, que depende en gran parte de su capacidad exportadora desde Europa.
En resumen, el futuro inmediato de la compañía es incierto. Y con él, el de los 16.000 habitantes de Kalundborg que, directa o indirectamente, dependen de ella.