sábado, 2 agosto 2025

El timo de la ‘cuenta inactiva’: por qué tu banco puede cobrarte hasta 100€ al año sin usar sus servicios

Cualquier banco puede convertirse en el origen de una desagradable sorpresa financiera, incluso cuando hemos dejado de utilizar sus servicios hace años. El timo de la «cuenta inactiva» es una realidad silenciosa que afecta a miles de españoles que, sin saberlo, mantienen abiertas cuentas corrientes que creían olvidadas o canceladas. La abrumadora mayoría de los usuarios da por hecho que una cuenta sin saldo y sin movimientos es una cuenta muerta, pero la realidad contractual es muy distinta. Se trata de una trampa legal, una bomba de relojería silenciosa que puede estallar en forma de comisiones inesperadas y deudas que surgen de la nada, transformando un producto inerte en un problema muy activo.

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El Banco de España ha sido claro al respecto: las entidades tienen derecho a cobrar comisiones de mantenimiento por las cuentas, independientemente de su saldo o actividad, siempre que así lo estipule el contrato firmado. Aquí reside el núcleo del problema. Aquel papel que firmamos con prisa al abrir una cuenta para un trabajo temporal, una beca o una promoción específica, sigue siendo un vínculo legal. Aunque hayamos retirado hasta el último céntimo y no hayamos vuelto a pisar la sucursal, el contrato que firmamos en su día sigue vigente y generando obligaciones para el cliente, una letra pequeña que resurge del pasado para pasar factura en el presente.

LA CUENTA OLVIDADA: UNA BOMBA DE RELOJERÍA FINANCIERA EN TU CAJÓN

LA CUENTA OLVIDADA: UNA BOMBA DE RELOJERÍA FINANCIERA EN TU CAJÓN
Fuente Pexels

El origen de estas «cuentas zombis» es tan variado como cotidiano. Puede ser la cuenta que abrimos en la universidad y que nunca cerramos formalmente, la que nos exigió una empresa para pagarnos la nómina hace una década o aquella que tenía una promoción especial y que dejamos de usar cuando esta terminó. La creencia popular es que, si no hay dinero, no hay problema. Sin embargo, para la entidad financiera, esa cuenta corriente permanece abierta y activa a ojos de la entidad, sujeta a las condiciones que se firmaron en el momento de su apertura, incluyendo las temidas comisiones de mantenimiento.

El verdadero peligro comienza cuando la cuenta se queda a cero. En ese momento, el banco comenzará a aplicar las comisiones de mantenimiento pactadas, que pueden ir desde los 20 euros trimestrales hasta superar los 100 euros anuales. Al no haber saldo para cobrarlas, la cuenta entra automáticamente en números rojos. Este es el primer paso de un problema que va a más, generando un descubierto técnico que irá creciendo trimestre a trimestre sin que el titular sea, en la mayoría de los casos, consciente de ello. Ese antiguo banco con el que ya no operamos empieza a generar una deuda silenciosa a nuestro nombre.

¿ES LEGAL ESTE COBRO? LA LETRA PEQUEÑA QUE FIRMASTE Y OLVIDASTE

La pregunta que se hacen todos los afectados es si esta práctica es legal. La respuesta, para su sorpresa, es afirmativa. Un contrato de cuenta corriente es un acuerdo entre dos partes que genera derechos y obligaciones para ambas. Mientras el cliente no solicite expresamente y por escrito la cancelación de la cuenta, el contrato sigue en vigor. El banco, por su parte, está prestando un servicio (el mantenimiento de la cuenta), y por tanto tiene derecho a cobrar la comisión estipulada en el contrato, aunque el cliente no haga uso alguno de dicho servicio. La inactividad no anula el vínculo contractual.

Ahora bien, la legalidad tiene sus matices. El Banco de España exige a las entidades que informen a sus clientes de manera clara y previa sobre cualquier cambio en las comisiones, así como del cobro de las mismas. El problema es que esta comunicación suele realizarse a través del portal de banca online que el cliente ya no consulta o mediante una carta a un domicilio antiguo. De este modo, el banco cumple formalmente con su obligación de notificar, pero en la práctica el cliente nunca llega a enterarse del cobro hasta que la deuda ya es una realidad, lo que genera una enorme sensación de indefensión y abuso.

EL EFECTO BOLA DE NIEVE: DE CERO EUROS A UNA DEUDA INESPERADA

EL EFECTO BOLA DE NIEVE: DE CERO EUROS A UNA DEUDA INESPERADA
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Una vez que la cuenta entra en números rojos, el problema se acelera. A la comisión de mantenimiento trimestral se le sumará pronto la comisión por descubierto, una de las más elevadas que aplican las entidades financieras. Esta comisión se calcula sobre el mayor saldo deudor del periodo, lo que significa que la deuda no solo crece, sino que lo hace de forma exponencial. Un pequeño descubierto de 20 euros puede convertirse en 50 en pocos meses, y en más de 100 o 200 euros en uno o dos años, todo ello por una cuenta que el titular ni siquiera recordaba que existía.

El siguiente paso del banco puede ser mucho más grave: la inclusión de nuestro nombre en un fichero de morosos como ASNEF o EXPERIAN. Una deuda, por pequeña que sea, puede dar lugar a esta medida, lo que puede bloquearnos el acceso a una futura hipoteca, un préstamo personal o incluso un simple contrato de telefonía móvil. Es la consecuencia más dañina del timo de la «cuenta inactiva», un problema que nace de un simple descuido y que puede acabar teniendo un impacto muy negativo en nuestra vida financiera durante años.

CÓMO DETECTAR LA TRAMPA: HAZ UN INVENTARIO DE TUS CUENTAS FANTASMA

La prevención es la mejor herramienta para no caer en esta trampa. Es fundamental hacer un ejercicio de memoria y un inventario de todas las relaciones que hemos tenido con entidades bancarias a lo largo de nuestra vida. Revisar papeles antiguos, buscar viejas libretas o tarjetas puede darnos pistas sobre cuentas que hemos podido dejar en el olvido. Aunque no existe un registro centralizado de cuentas bancarias accesible para el público, podemos solicitar directamente a cada entidad en la que recordemos haber sido clientes un certificado de titularidad de productos, una gestión que están obligados a facilitarnos.

La actitud proactiva es clave. Cada vez que dejemos de trabajar con un banco o una cuenta deje de sernos útil, debemos proceder a su cancelación formal. Esto implica acudir a una oficina o utilizar los canales habilitados para ello y solicitar expresamente el cierre de la cuenta. Es imprescindible exigir un documento o certificado de cancelación, que será nuestra única prueba fehaciente si en el futuro la entidad intentara reclamarnos alguna comisión o deuda. No basta con dejar la cuenta a cero; hay que matarla administrativamente.

LA SOLUCIÓN: CÓMO CERRAR LA CUENTA Y LUCHAR CONTRA LOS COBROS ABUSIVOS

LA SOLUCIÓN: CÓMO CERRAR LA CUENTA Y LUCHAR CONTRA LOS COBROS ABUSIVOS
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Si descubrimos que tenemos una cuenta inactiva con saldo deudor, el primer paso es acudir a la sucursal del banco para saldar la deuda y solicitar la cancelación inmediata. Es probable que intenten negociar, pero debemos ser firmes en nuestra decisión de cerrar la cuenta y obtener el justificante. Una vez cancelada, el problema se detiene. Si consideramos que las comisiones han sido aplicadas de forma abusiva o sin la debida notificación, podemos iniciar un proceso de reclamación para intentar recuperar nuestro dinero.

Este proceso de reclamación tiene dos fases. Primero, hay que presentar una queja formal ante el Servicio de Atención al Cliente de la propia entidad, que tiene un plazo máximo de un mes para responder. Si su respuesta no es satisfactoria o no responden, el siguiente paso es elevar la reclamación al Servicio de Reclamaciones del Banco de España. Aunque sus resoluciones no son vinculantes, suelen ser tenidas muy en cuenta por las entidades y suponen una gran presión a favor del consumidor. Es un camino que requiere paciencia, pero que puede librarnos de pagar por un timo que nunca debió producirse.


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