viernes, 19 septiembre 2025

María Amores, mujer de Ion Aramendi, se hunde: «El peor momento de mi vida»

Han pasado tres años desde que María Amores e Ion Aramendi recibieron con ilusión a su tercera hija, Marieta. Un nacimiento que debía ser motivo de alegría absoluta acabó por convertirse en una de las experiencias más traumáticas y desgarradoras para la periodista. A través de sus redes sociales, y coincidiendo con el cumpleaños de la pequeña, María ha roto su silencio con un testimonio sincero, lleno de crudeza y emoción, en el que relata los terribles momentos que vivió durante un parto que la dejó al borde de la muerte. Su narración ha conmovido profundamente a sus seguidores, no solo por la dureza de lo vivido, sino por la fuerza con la que ha conseguido salir adelante.

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Un momento muy amargo

Despertó sin entender del todo lo que había pasado. “Me despierto sola, llena de cables, sin Marieta, sin Ion, uno de los peores momentos de mi vida”, ha relatado. Sin apenas poder moverse, sin posibilidad de comunicarse ni de beber agua, solo le quedaban las lágrimas y la incertidumbre. “Me metieron un globo dentro y no me podía mover porque había perdido mucha sangre. La niña está con su padre y yo sin móvil, sin poder beber agua. Solo lloraba”, ha confesado, revelando la desolación a la que tuvo que enfrentarse.

Durante horas, su único pensamiento era poder ver a su hija. No podía aceptar no tenerla cerca y no saber si estaba bien. Fue gracias a la sensibilidad de una limpiadora, que al verla sin consuelo alertó al personal, que María pudo tener el reencuentro que tanto necesitaba. “Los médicos autorizaron a Ion a traerme a Marieta porque yo no me creía que estuviera bien. Quería verla, estar con ella, olerla y no separarme jamás”, ha explicado. Aquel instante marcó el inicio de su recuperación emocional. A pesar de que los médicos insistían en que su estado era muy grave y que debía centrarse en recuperarse, su única prioridad era conocer a su hija.

Finalmente, madre e hija pudieron verse por primera vez. “Nos conocimos un día después y ahí, volví a vivir”, ha contado. Aunque Marieta fue retirada de nuevo para que María siguiera con el tratamiento, aquella breve visita fue suficiente para darle las fuerzas que necesitaba. A partir de ese momento, su cuerpo respondió con rapidez y en apenas unas horas pudo ser trasladada a planta para estar con su familia. Allí comenzó verdaderamente su recuperación física, pero también su reconstrucción emocional tras una experiencia que todavía hoy recuerda con un nudo en la garganta.


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