jueves, 31 julio 2025

Esta es la temperatura exacta en la que el café se convierte en veneno, y la usan muchas cafeterías

El café es mucho más que una simple bebida; es el motor que arranca las mañanas de millones de españoles, la excusa perfecta para una pausa en el trabajo y el broche de oro de una buena comida. Forma parte de nuestro tejido social y cultural, un ritual que nos acompaña en conversaciones, un bálsamo contra el sueño y el cansancio, y un pequeño lujo al alcance de cualquiera. Pero, ¿y si ese gesto cotidiano, ese placer humeante que sostenemos entre las manos cada día, escondiera un riesgo invisible para nuestra salud que depende de un simple número en el termómetro? La respuesta podría cambiar para siempre la forma en que pides tu próxima taza.

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La creencia popular asocia un café muy caliente con una mayor calidad o frescura, una percepción errónea que, sin saberlo, nos expone a compuestos químicos indeseables. La mayoría de nosotros damos por sentado que la temperatura a la que se sirve no es un detalle menor, sino un factor crítico que determina su seguridad, una verdad que muchas veces se ignora en la vorágine de la hostelería moderna. Lo que sucede en la taza cuando el mercurio supera un umbral específico es un proceso químico silencioso con implicaciones serias, un secreto a voces en la industria que ahora, gracias a estudios y a la voz de las organizaciones de consumidores, empieza a salir a la luz.

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FURANOS: EL ENEMIGO SILENCIOSO EN TU TAZA DE CADA MAÑANA

Fuente Pexels

En el corazón de esta advertencia se encuentra una familia de compuestos químicos llamados furanos. Estas sustancias no son un añadido artificial, sino que se generan de forma completamente natural durante el proceso de tueste del grano de café, un tratamiento térmico conocido como la reacción de Maillard, que también es responsable de los deliciosos aromas y el color oscuro que tanto apreciamos. El problema no reside en su existencia, sino en su concentración y en cómo esta se ve afectada por la temperatura final del agua con la que se prepara la infusión. A mayor temperatura, mayor es la cantidad de estos compuestos que permanecen disueltos en el líquido que finalmente ingerimos, transformando un placer en una potencial amenaza.

La preocupación por los furanos no es infundada. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud, los ha clasificado como «posiblemente carcinógenos para los seres humanos. La buena noticia es que son compuestos muy volátiles, lo que significa que tienden a evaporarse con facilidad. Al dejar que el café repose unos minutos, una parte significativa de los furanos se disipa en el aire, reduciendo la exposición. Sin embargo, cuando se sirve y se consume a temperaturas extremadamente altas, estos compuestos quedan atrapados en la bebida, pasando directamente a nuestro organismo con cada sorbo.

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