lunes, 3 noviembre 2025

La multa de 6.000 euros de la DGT por tocar la pantalla del coche que muchos conductores desconocen

La DGT ha puesto el foco en una de las contradicciones más peligrosas de la conducción moderna: la creciente dependencia de las pantallas táctiles en los vehículos. Lo que hace una década era un lujo reservado para la gama alta, hoy es el estándar en casi cualquier coche nuevo, donde el salpicadero se ha convertido en una cabina de avión repleta de funciones. Sin embargo, esta evolución tecnológica ha traído consigo un nuevo tipo de distracción, un centro de mando digital que desvía nuestra atención de lo único que importa: la carretera. La mayoría de los conductores son conscientes de la sanción por usar el móvil, pero ignoran que un gesto aparentemente inocente como programar el GPS en marcha es igual de grave.

El verdadero problema reside en el desconocimiento generalizado sobre la magnitud de las consecuencias. La sanción habitual de 200 euros y la retirada de seis puntos del carnet es solo la punta del iceberg, la primera línea de defensa de la normativa. Lo que muchos conductores no saben es que, bajo ciertas circunstancias, esa misma acción puede ser catalogada de una forma mucho más severa, abriendo la puerta a una sanción económica que quita el aliento. Existe una delgada línea, el abismo que separa una sanción común de una que puede arruinar la economía familiar, y cruzarla depende de matices que se escapan al control del propio infractor.

Publicidad

4
LA LETRA PEQUEÑA DEL CÓDIGO: EL PODER DEL AGENTE PARA IMPONER LA SANCIÓN MÁXIMA

Fuente Pexels

La decisión de elevar la infracción a la categoría de delito recae, en primera instancia, en el agente de la autoridad que presencia los hechos. No se trata de una decisión arbitraria, sino basada en la observación objetiva de la conducta del conductor y sus consecuencias en el tráfico. El agente debe documentar en su atestado no solo el hecho de que se estaba manipulando la pantalla, sino la descripción detallada de la conducción peligrosa que se derivó de esa acción. Esto puede incluir la velocidad inadecuada, los cambios de carril bruscos, la falta de reacción ante otros vehículos o cualquier otra circunstancia que ponga en jaque la seguridad.

Este poder de interpretación es lo que genera mayor incertidumbre entre los conductores. Un mismo hecho, tocar la pantalla, puede tener desenlaces radicalmente distintos dependiendo del contexto. No es lo mismo un toque rápido en un semáforo en rojo que intentar configurar el navegador en una autovía con tráfico denso a 120 kilómetros por hora. Es esta última situación la que enciende todas las alarmas de la DGT y de los agentes. Por ello, la percepción del riesgo creado es el elemento que determina si nos enfrentamos a una sanción administrativa o a un proceso penal, con todo lo que ello conlleva.


Publicidad