Este martes, los seguidores de Valle Salvaje se preparan para uno de los episodios más intensos y decisivos de la presente temporada. Un capítulo que puede llegar a definir el equilibrio de poder entre ambas casas contendientes: los Gálvez de Aguirre y los duques de Miramar. Supervivencias, alianzas inestables, emociones muy extremadas y secretos a punto de estallido: el drama rural más seguido de la televisión nacional española les asegura un capítulo cargado de tensión, dolor y quizás, esperanza.
2UNA JUGADA ARRIESGADA PARA VICTORIA

A través de la historia del desmoronamiento emocional de Adriana en Valle Salvaje, va ganando fuerza otra historia: la de la posibilidad, como ansiada, tan improbable, de un pacto entre eternos rivales. La clave de esta tentativa no reside en hombres de la guerra, sino que es tarea de una mujer aficionada de la lucha entre sombras: Victoria.
«Victoria ha visto lo que muchos han hecho por ignorar: que una guerra total sólo servirá para arruinarnos». Así pues, se atreve a dar el primer paso y aproxima la figura de la mujer hacia Mercedes. No por compasión, sino por cálculo. De su título, su influencia, su seguridad personal, se encuentra en serias dificultades. La guerra de Gálvez y de Miramar no puede acabar con el mundo que tanto esfuerzo le ha costado construir.
Pero no debemos olvidar que Mercedes no es tonta. La madre de los Gálvez posee una memoria larguísima, llena de recuerdos dolorosos y rencores. Las provocaciones padecidas no se limpian con palabras, y aun no desistiendo de la posibilidad de un encuentro, «sabe que la paz que se le ofrece puede esconder una nueva trinchera.» Es entonces cuando Bernardo, con una serenidad extraña en él mismo, se convierte en ese puente inesperado. Tras una charla entre líneas, y con pocos cabales, se decide a buscar el diálogo con José Luis, con quien mantiene una deuda afectiva y guarda una historia en común más cotidiana de lo que parece.
El cara a cara entre Bernardo y José Luis será uno de esos tramos más esperados del capítulo, y no solo porque pudieran reconducirse a un armisticio, sino porque «las heridas que arrastran ambos hombres solo pueden cerrarse con la verdad, o el perdón.» Y el público, que ha seguido el deterioro de las respectivas familias como consecuencia de decisiones en acciones, asiste al intento de reconciliación con el corazón en vilo.