miércoles, 30 julio 2025

El consejo de los farmacéuticos sobre el ibuprofeno y el paracetamol que puede cambiar cómo tratas el dolor

El uso del ibuprofeno se ha convertido en un gesto casi automático en millones de hogares españoles para combatir una amplia gama de molestias, desde un simple dolor de cabeza hasta una contractura muscular. Su popularidad, compartida con su eterno compañero de botiquín, el paracetamol, es tal que a menudo recurrimos a él por inercia, como si fuera una solución universal para cualquier tipo de malestar. Sin embargo, este hábito tan arraigado, transmitido de generación en generación, nos ha llevado a pasar por alto una distinción fundamental que los farmacéuticos no se cansan de recordar, hasta el punto de que rara vez nos detenemos a pensar si es la opción más adecuada para nuestra dolencia específica, lo que puede afectar directamente a la eficacia del tratamiento.

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Esta falta de diferenciación entre ambos fármacos, que consideramos casi intercambiables, esconde una realidad farmacológica que puede cambiar por completo nuestra forma de gestionar el dolor. La elección entre uno y otro no debería ser una cuestión de azar o de preferencia personal, sino una decisión informada basada en la naturaleza del problema que buscamos aliviar. Un consejo tan simple como el que ofrecen los profesionales de la farmacia puede ser la clave. De hecho, comprender esta distinción es clave no solo para lograr un alivio más efectivo y rápido, sino también para proteger nuestro organismo de efectos secundarios innecesarios y, en ocasiones, perjudiciales a largo plazo.

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PARACETAMOL, EL ALIADO FIEL CONTRA EL DOLOR Y LA FIEBRE

Fuente Pexels

El paracetamol, también conocido como acetaminofén, es un fármaco cuyo mecanismo de acción se centra principalmente en el sistema nervioso central. Actúa inhibiendo la síntesis de unas sustancias llamadas prostaglandinas en el cerebro, que son las responsables de transmitir las señales de dolor y de regular el termostato corporal que provoca la fiebre. Por este motivo, su gran fortaleza reside en su capacidad para calmar el dolor y reducir la fiebre sin agredir el estómago, lo que lo convierte en la opción de primera línea para dolencias como las cefaleas tensionales, el malestar general asociado a resfriados o gripes, o dolores de tipo neuropático.

A pesar de su perfil de seguridad, considerado uno de los más altos entre los analgésicos, el paracetamol no está exento de riesgos si se utiliza de forma inadecuada. Su principal peligro reside en la hepatotoxicidad, es decir, su potencial para dañar el hígado. Este riesgo no aparece con las dosis recomendadas, pero se vuelve muy real cuando se exceden los límites diarios o se mantiene un consumo continuado sin supervisión médica, especialmente en personas con problemas hepáticos previos. Por ello, un consumo excesivo o prolongado sin control médico puede ser muy perjudicial, una advertencia que a menudo se subestima debido a su fácil acceso y aparente inocuidad.


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