Martin Wolburg, economista sénior de Generali AM (parte de Generali Investments) habla en Merca2 sobre el acuerdo para los aranceles entre la UE y EE.UU.

El periodo de elevada incertidumbre tras el Día de la Liberación en relación al comercio entre EE. UU. y la UE parece haber llegado a su fin por ahora. El domingo, ambas partes acordaron que, a partir del 1 de agosto, EE. UU. impondrá un arancel del 15 % a la mayoría de las exportaciones de la UE, mientras que la tasa para el acero y el aluminio se mantendrá en el 50 % por el momento.
Sin embargo, el acuerdo contempla aranceles nulos para ciertos productos como aeronaves, algunos productos químicos y agrícolas. Las dos partes parecen tener interpretaciones diferentes sobre algunos detalles, especialmente en lo relacionado con productos farmacéuticos y aranceles a metales, por lo que aún falta algo de claridad.
“Nunca ha sido tan emocionante estar en el mercado de bonos”
Como consecuencia, la tasa media de aranceles sobre las importaciones estadounidenses provenientes de la UE aumentará del 1,2 % en 2024 a aproximadamente entre el 15 % y el 17 % este año. Esto supera el 10 % que se esperaba tras el acuerdo entre EE. UU. y el Reino Unido, pero está por debajo del 30 % que se había amenazado imponer después del 1 de agosto. Evidentemente, esto representará un obstáculo para la actividad de la zona euro. Los primeros resultados de simulaciones sugieren que la producción europea se reducirá en alrededor de un 0,5 % respecto al escenario base.
Entre los países, especialmente los que tienen economías muy orientadas a la exportación como Alemania serán los más afectados. En cuanto a sectores, el impacto del acuerdo comercial es bastante heterogéneo. Por ejemplo, los aranceles a los automóviles de la UE se reducirán a la mitad, pasando del 30 % actual al 15 %, lo que debería brindar cierto alivio al sector. En cambio, el arancel del 50 % sobre el acero y el aluminio consolidará una fuerte presión de costos.

Además, la UE acordó adquirir productos energéticos por valor de 750.000 millones de euros y un volumen considerable de equipo militar de EE. UU., así como invertir 600.000 millones de dólares adicionales en territorio estadounidense; también en este aspecto aún parecen faltar detalles clave. No esperamos que estas medidas, relativamente poco concretas, tengan un impacto significativo, ya que en gran parte probablemente habrían ocurrido de todos modos, dada la dependencia a corto plazo de la UE respecto al armamento estadounidense y su objetivo de reducir de forma permanente los lazos energéticos con Rusia.
El hecho de que la UE se haya abstenido de imponer aranceles generales a las importaciones desde EE. UU. sugiere que no habrá un efecto directo en la inflación de la eurozona, sino únicamente un impacto negativo sobre la producción, lo que contribuye a la desinflación. Una de las hipótesis centrales de las últimas proyecciones del BCE publicadas en junio era la aplicación de un arancel del 10 % por parte de EE. UU. a todos los países excepto China (alrededor del 40 %).
Tal como están las cosas, el acuerdo comercial entre la UE y EE. UU. indica que el escenario actual del BCE resulta algo optimista. Esto podría influir en el debate dentro del Consejo de Gobierno a favor de una nueva reducción de tipos del 25 %, hasta el 1,75 %, en la reunión de septiembre (actualmente no es el consenso).
UE, EEUU y los aranceles: motivos para sentirse aliviados
En conjunto, creemos que hay motivos para sentirse aliviados, ya que se ha evitado el peor escenario posible. Esto claramente descarta una recesión. Cabe destacar que, incluso después de alcanzar un acuerdo comercial con México y Canadá, Trump siguió atacándolos, manteniendo así la tensión comercial.
Mirando hacia adelante, la aceptación unilateral de los aranceles refleja la actual asimetría de poder. La UE no desea entrar en una guerra comercial con EE. UU. en un momento en el que necesita armas y energía estadounidenses para contener la agresión rusa.
A largo plazo, sin embargo, esperamos que la UE siga fomentando acuerdos de libre comercio con otras regiones para reducir su dependencia del mercado estadounidense. Este acuerdo no resuelve el conflicto de forma definitiva. Las reacciones entre los países de la UE han sido diversas, combinando alivio y descontento. Dado el elevado volumen de exportaciones de servicios de EE. UU. hacia la UE y el casi equilibrado saldo en la cuenta corriente bilateral, desde una perspectiva política el acuerdo convierte a Trump en un claro ganador.