Alejandra Rubio y Carlo Costanzia han vuelto a colocarse en el centro de todas las miradas, esta vez por un episodio que mezcla viaje internacional, polémica mediática y fuertes sospechas de negocio con su vida privada. La hija de Terelu Campos y el primogénito de Mar Flores viajaron recientemente a la ciudad italiana de Turín, un destino que podría haber pasado desapercibido de no ser por el motivo de su visita: acudieron a la cárcel donde actualmente se encuentra preso Pietro, hermano de Carlo, para verle en una visita familiar. Sin embargo, lo que debería haber sido un gesto íntimo y privado ha derivado en una tormenta mediática de gran calado, en la que los protagonistas han sido acusados de haber vendido las fotos de ese mismo viaje.
1Un nuevo escándalo

Las imágenes que han provocado el revuelo se publicaron esta semana en la portada de la revista Diez Minutos, y muestran a Alejandra y Carlo paseando de la mano por las calles de Turín, relajados, espléndidos, con estilismos cuidados y una actitud que hace pensar que eran plenamente conscientes de que estaban siendo fotografiados. No se trataba de una aparición casual, al menos eso es lo que muchos han querido ver. Incluso la propia Alejandra Rubio contribuyó a alimentar la expectación poco antes de que saliera la publicación, lanzando una frase en su programa de Telecinco que dejó entrever lo que estaba por venir: “Creo que vamos a salir en una portada”. Ese comentario no hizo más que reforzar las sospechas de que todo formaba parte de una estrategia perfectamente planeada, una portada “calentada” con antelación para que nadie se la perdiera.
Las acusaciones han sido directas: ¿vendieron Alejandra y Carlo esas fotos a sabiendas? ¿O fueron víctimas de una persecución espontánea de paparazzi? Las versiones son contradictorias. Desde algunos programas se habla abiertamente de “posado pactado”, un término que en el universo del corazón suele implicar dinero de por medio. Lo insinuó sin rodeos Sandra Aladro, responsable de la agencia Gtres y colaboradora habitual del programa Vamos a ver, donde trabaja Alejandra Rubio. Fue precisamente en ese plató donde Aladro deslizó que las imágenes podrían haber sido vendidas al semanario por una importante suma de dinero. “Un buen pellizco”, aseguran quienes manejan información de dentro, aunque nadie se atreve a confirmar oficialmente que haya existido un intercambio económico.