Desde su nacimiento, Pablo Urdangarin ha vivido bajo el foco mediático. Nieto del rey emérito Juan Carlos, hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, el joven parecía condenado a la exposición pública. Sin embargo, con el paso de los años ha conseguido encontrar su propio camino, uno alejado de las obligaciones institucionales y centrado en su desarrollo personal y profesional. En los últimos meses, su discreta pero sólida trayectoria deportiva, su naturalidad ante los medios y su historia de amor con Johanna Zott lo han situado como una de las figuras más seguidas de la familia Borbón. Pero, a diferencia de otros miembros, Pablo ha dejado claro que su vínculo con la monarquía será cada vez más simbólico y menos operativo.
1No ha pedido permiso al rey Felipe

Esa voluntad de marcar distancias ha vuelto a quedar patente con su última decisión. Según han revelado, Pablo no ha pedido permiso ni ha informado al rey Felipe VI sobre sus planes de futuro, y tampoco siente que tenga que hacerlo. El joven, que ha renovado su contrato con el equipo Fraikin BM Granollers hasta junio de 2026, ha decidido apostar de lleno por su carrera en el balonmano. Esa determinación no solo confirma que su compromiso con el deporte es total, sino que también representa un claro gesto de autonomía frente a los protocolos reales. No se arrepiente, porque tiene muy claro cuál es su camino. Y su madre, la infanta Cristina, respalda plenamente su decisión.
Después de una intensa temporada de entrenamientos, partidos y atención mediática derivada de los conflictos familiares, Pablo ha optado por desconectar unos días. Se ha marchado de vacaciones a Canarias con un grupo de amigos, sin presencia de su pareja ni de miembros de su familia. Allí, ha disfrutado de jornadas de surf, salidas nocturnas y visitas a parajes emblemáticos del archipiélago. En las imágenes que han trascendido, se le ve relajado, sonriente y en buena compañía, demostrando que está sabiendo gestionar con madurez el equilibrio entre vida pública y privacidad. Su club está cerrando ya la pretemporada, por lo que pronto tendrá que volver a concentrarse en sus compromisos profesionales, algo que, de hecho, le impedirá acudir a las vacaciones familiares que su padre e incluso su abuela, la reina Sofía, están disfrutando en el País Vasco.
A quien sí ha visto recientemente es a su madre. La infanta Cristina viajó a Barcelona por un compromiso laboral y allí pudo pasar algo de tiempo con su hijo. La capital catalana se ha convertido en uno de los puntos de referencia del joven, no solo por su equipo, sino también por el nuevo hogar que se está preparando para él. En efecto, Pablo ha estado muy involucrado en la reforma del piso de 350 metros cuadrados que su madre ha adquirido en la avenida Pedralbes. Según fuentes cercanas, supervisa personalmente el avance de las obras, mantiene contacto directo con los responsables de la reforma y se espera que este sea su domicilio estable en los próximos años. Esa implicación en decisiones prácticas y cotidianas contrasta con la imagen que suele proyectarse de los jóvenes vinculados a la realeza. Pablo quiere construir su futuro con los pies en la tierra, y lo está haciendo paso a paso.