domingo, 27 julio 2025

El lado oscuro del ayuno intermitente en verano: el trastorno alimentario encubierto que preocupa a los psiquiatras

El ayuno intermitente se ha instalado en nuestras vidas como una de las tendencias de bienestar más aplaudidas y practicadas de los últimos años. Promocionado por gurús y celebridades como la panacea para casi todo, una herramienta casi milagrosa para perder peso y mejorar la salud, ha ganado una legión de seguidores que defienden sus supuestos beneficios con un fervor casi religioso. Sin embargo, tras su fachada de disciplina y optimización corporal, se esconde una realidad mucho más sombría que empieza a encender todas las alarmas en las consultas de psiquiatría y nutrición. Una verdad incómoda que cobra especial virulencia con la llegada del verano y su implacable presión estética.

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Lo que se presenta como una simple estrategia para organizar las comidas puede convertirse, con una facilidad pasmosa, en la coartada perfecta para enmascarar conductas restrictivas muy peligrosas. La delgada línea que separa el cuidado personal de la obsesión se desdibuja, y es ahí donde el problema se agiganta. Para muchas personas, especialmente las más vulnerables a la presión social, la línea que separa una práctica de bienestar de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) es peligrosamente delgada, convirtiendo una moda en un potencial disparador de patologías como la anorexia o la ortorexia. La pregunta es inevitable: ¿estamos realmente ayunando por salud o hemos encontrado una forma socialmente aceptable de castigarnos?

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SEÑALES DE ALERTA: CÓMO DETECTAR QUE EL AYUNO SE HA CONVERTIDO EN TU ENEMIGO

Fuente Freepik

Es crucial aprender a diferenciar entre una práctica consciente y una obsesión destructiva. Las señales de alarma son claras para quien quiera verlas: pensar constantemente en la comida, planificar con ansiedad la próxima ingesta o sentir un pánico atroz si se rompe el horario de ayuno son indicativos de que algo no va bien. Otros signos incluyen el aislamiento social para evitar comidas, la irritabilidad, los mareos, la pérdida de peso drástica o la justificación constante de los propios hábitos alimentarios. Cuando el pensamiento constante sobre la comida y el ayuno domina la vida diaria de la persona, es el momento de pedir ayuda profesional sin dudarlo.

Cuidar el cuerpo nunca debería implicar una guerra contra la mente. La búsqueda de un estilo de vida saludable es legítima y deseable, pero debe basarse en el equilibrio, la flexibilidad y la escucha de las propias necesidades corporales, no en la imposición de dogmas externos. Un método que genera angustia, culpa o aislamiento social no es saludable, por mucho que se vista de tendencia de bienestar. Al final, la verdadera salud integra el bienestar físico y mental sin sacrificar la libertad ni la alegría de vivir, y el ayuno intermitente, para un número creciente de personas, se está convirtiendo precisamente en una renuncia a ambas cosas.

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