domingo, 27 julio 2025

El gesto de ‘agradecimiento’ con los intermitentes (derecho-izquierdo) es ilegal y te puede costar 200€ de multa

La multa más inesperada que un conductor puede recibir en carretera es, seguramente, la que se deriva de un acto de pura cortesía al volante. El famoso gesto de agradecimiento con los intermitentes, esa secuencia rápida de derecho-izquierdo que todos hemos hecho o visto hacer, es en realidad un código ilegal. Se trata de, una costumbre tan arraigada en nuestras carreteras que pocos se plantean su legalidad, especialmente entre los transportistas y conductores habituales. Sin embargo, lo que se percibe como un simple gesto de civismo puede acabar con una sanción económica considerable, demostrando una vez más que en la carretera las buenas intenciones no siempre son suficientes.

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Este conflicto entre el uso social y la norma pone de manifiesto un profundo desconocimiento del Reglamento General de Circulación. Muchos conductores se sorprenderían al saber que este acto de gratitud no solo no está contemplado en la ley, sino que está explícitamente prohibido por el uso indebido que supone de las señales luminosas del vehículo. Aunque la intención sea buena, el Reglamento General de Circulación es tajante al respecto y prioriza la seguridad y la claridad de las señales por encima de cualquier código no escrito. Ignorarlo puede salir caro, y es una lección que algunos aprenden de la peor manera posible: con una multa que muy pocos conocen.

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LA DISCRECIONALIDAD DEL AGENTE: ¿REALMENTE SE MULTA ESTE GESTO?

A pesar de la claridad de la normativa, la realidad es que la sanción por el «gesto de agradecimiento» no es de las más frecuentes. Su aplicación depende en gran medida del criterio del agente de la Guardia Civil o de la policía local que presencie la acción. En la mayoría de los casos, si el contexto es claro y no se genera ninguna situación de riesgo, los agentes suelen hacer la vista gorda, entendiendo la naturaleza cortés del gesto. No obstante, la aplicación de la norma queda a menudo a la discrecionalidad del agente de tráfico, quien tiene la última palabra para decidir si la conducta es sancionable o no.

Que no sea una práctica habitual no significa que el riesgo no exista. Basta con encontrarse con un agente más riguroso o que la maniobra se produzca en un contexto de tráfico complicado para que la cortesía acabe en una multa. El fantasma de la multa siempre está ahí. Confiar en la benevolencia del agente es jugar a la lotería. Por ello, la recomendación es clara: evitar estos códigos informales y optar por las vías de comunicación que no dejen lugar a dudas ni a sanciones. Al fin y al cabo, el riesgo de recibir la correspondiente sanción siempre está presente y la normativa existe para proteger a todos los usuarios de la vía, no solo para castigar.

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