sábado, 26 julio 2025

El gesto de ‘agradecimiento’ con los intermitentes (derecho-izquierdo) es ilegal y te puede costar 200€ de multa

La multa más inesperada que un conductor puede recibir en carretera es, seguramente, la que se deriva de un acto de pura cortesía al volante. El famoso gesto de agradecimiento con los intermitentes, esa secuencia rápida de derecho-izquierdo que todos hemos hecho o visto hacer, es en realidad un código ilegal. Se trata de, una costumbre tan arraigada en nuestras carreteras que pocos se plantean su legalidad, especialmente entre los transportistas y conductores habituales. Sin embargo, lo que se percibe como un simple gesto de civismo puede acabar con una sanción económica considerable, demostrando una vez más que en la carretera las buenas intenciones no siempre son suficientes.

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Este conflicto entre el uso social y la norma pone de manifiesto un profundo desconocimiento del Reglamento General de Circulación. Muchos conductores se sorprenderían al saber que este acto de gratitud no solo no está contemplado en la ley, sino que está explícitamente prohibido por el uso indebido que supone de las señales luminosas del vehículo. Aunque la intención sea buena, el Reglamento General de Circulación es tajante al respecto y prioriza la seguridad y la claridad de las señales por encima de cualquier código no escrito. Ignorarlo puede salir caro, y es una lección que algunos aprenden de la peor manera posible: con una multa que muy pocos conocen.

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EL PELIGRO OCULTO: POR QUÉ CONFUNDE MÁS DE LO QUE AYUDA

Fuente Freepik

La prohibición de este gesto no es un capricho burocrático, sino que responde a una razón fundamental de seguridad vial: la posibilidad de generar confusión. Una secuencia rápida y alterna de intermitentes no es una señal estandarizada y, por tanto, puede ser malinterpretada por otros usuarios de la vía. Un conductor que observe este parpadeo errático en el vehículo de delante, puede ser interpretado como una señal de avería o una maniobra errática inminente, lo que podría provocar una reacción brusca como un frenazo o un volantazo para evitar una supuesta colisión. El agradecimiento se convierte así en una fuente potencial de peligro.

El problema se agrava porque las señales luminosas deben ser un lenguaje claro, conciso y universal, comprensible para todos los conductores, independientemente de su experiencia o de los «códigos» que conozcan. Utilizar los intermitentes para «charlar» con otros vehículos degrada su función principal y siembra la duda. En una situación de tráfico denso o de baja visibilidad, la ambigüedad es el peor enemigo. Por esta razón, su función es exclusivamente la de advertir de un cambio de dirección o de carril, y cualquier otro uso, por muy bienintencionado que sea, introduce un elemento de incertidumbre que puede tener consecuencias graves, motivo más que suficiente para justificar la multa.


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