La multa más inesperada que un conductor puede recibir en carretera es, seguramente, la que se deriva de un acto de pura cortesía al volante. El famoso gesto de agradecimiento con los intermitentes, esa secuencia rápida de derecho-izquierdo que todos hemos hecho o visto hacer, es en realidad un código ilegal. Se trata de, una costumbre tan arraigada en nuestras carreteras que pocos se plantean su legalidad, especialmente entre los transportistas y conductores habituales. Sin embargo, lo que se percibe como un simple gesto de civismo puede acabar con una sanción económica considerable, demostrando una vez más que en la carretera las buenas intenciones no siempre son suficientes.
Este conflicto entre el uso social y la norma pone de manifiesto un profundo desconocimiento del Reglamento General de Circulación. Muchos conductores se sorprenderían al saber que este acto de gratitud no solo no está contemplado en la ley, sino que está explícitamente prohibido por el uso indebido que supone de las señales luminosas del vehículo. Aunque la intención sea buena, el Reglamento General de Circulación es tajante al respecto y prioriza la seguridad y la claridad de las señales por encima de cualquier código no escrito. Ignorarlo puede salir caro, y es una lección que algunos aprenden de la peor manera posible: con una multa que muy pocos conocen.
1UN CÓDIGO DE CARRETERA QUE NUNCA FUE LEGAL

El lenguaje de la carretera está lleno de códigos y señales informales que se han transmitido de conductor a conductor a lo largo de décadas. El parpadeo alterno de los intermitentes es, quizás, el más extendido de todos ellos, una especie de dialecto universal para dar las gracias tras un adelantamiento facilitado o cualquier otra maniobra amable. Es, una forma de comunicación informal entre conductores para agradecer una maniobra, y su uso está tan normalizado que se enseña de padres a hijos como parte del «saber estar» al volante. La sensación de comunidad y entendimiento que genera este gesto es innegable, pero no evita el riesgo de una multa.
Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente legal, este código no tiene ninguna validez. El Reglamento de Circulación establece de forma muy precisa para qué sirve cada luz del vehículo, y los intermitentes tienen una única y exclusiva función: señalizar la intención de realizar un desplazamiento lateral o un cambio de dirección. Por tanto, su uso es una invención popular sin ningún tipo de amparo legal, una costumbre que opera en un limbo de alegalidad que la Dirección General de Tráfico puede sancionar en cualquier momento. La ley no entiende de agradecimientos, solo de señales correctas e incorrectas.