La ingesta de ciertos medicamentos comunes puede desencadenar una situación tan inesperada como angustiosa: dar positivo en un control de drogas sin haber consumido sustancia ilegal alguna. Este escenario, que parece sacado de una película, es una realidad para miles de ciudadanos que, por un simple resfriado o un dolor de espalda, se ven envueltos en un embrollo legal y administrativo. El problema reside en la similitud molecular entre algunos fármacos de venta libre o con receta y las sustancias que detectan los test, lo que provoca una reacción cruzada que arroja un resultado erróneo, sembrando la duda y la preocupación donde solo debería haber un tratamiento médico. Comprender este fenómeno es crucial en una sociedad donde los controles son cada vez más frecuentes, tanto en las carreteras como en determinados entornos laborales, y donde un error de este calibre puede tener consecuencias devastadoras para la reputación y la vida de una persona inocente.
La sorpresa es mayúscula cuando un ibuprofeno para la migraña o un jarabe para la tos se transforma en un positivo por cannabinoides o benzodiacepinas. La lista de fármacos implicados es más extensa de lo que la mayoría imagina, abarcando desde tratamientos para la alergia hasta antidepresivos. Conocer esta posibilidad no es alarmismo, sino una herramienta de prevención fundamental para cualquier conductor o trabajador sometido a este tipo de pruebas. Estar informado y, sobre todo, poder acreditar con un justificante médico la pauta de un tratamiento, se convierte en la única defensa eficaz ante el llamado ‘falso positivo por medicamentos’, una circunstancia que exige una mayor divulgación para evitar injusticias y malentendidos que podrían evitarse con la información adecuada y una simple prescripción médica a mano para demostrar la legitimidad del consumo.
5ME HA PASADO, ¿Y AHORA QUÉ? GUÍA DE SUPERVIVENCIA LEGAL Y PRÁCTICA

Si se encuentra en la desafortunada situación de dar positivo en un control de drogas sabiendo que solo ha tomado su medicación habitual, el primer paso es fundamental: mantener la calma y la cooperación. Es crucial informar inmediatamente al agente o al personal que realiza la prueba sobre los medicamentos que está tomando. No se trata de una excusa, sino de aportar un dato esencial desde el primer momento. Acto seguido, debe solicitar que se realice una segunda prueba de confirmación, generalmente un análisis de sangre o una prueba de orina más específica en un laboratorio. Este segundo test, conocido como cromatografía de gases/espectrometría de masas (CG/EM), es mucho más preciso y es capaz de distinguir sin ningún género de dudas la molécula exacta del fármaco de la de una droga ilegal, desmintiendo el resultado inicial del test rápido.
La prevención y la documentación son sus mejores aliados para evitar que el problema escale. Si está bajo un tratamiento con alguno de los medicamentos mencionados o cualquier otro susceptible de causar interferencias, es altamente recomendable llevar siempre una copia de la receta médica o, mejor aún, un informe de su médico de cabecera. Este informe debería especificar el fármaco, la pauta y la patología para la que ha sido prescrito. En un control de tráfico, presentar esta documentación puede aclarar la situación de inmediato. Para los controles laborales, es aconsejable informar preventivamente al servicio médico de la empresa. Tener esta justificación a mano no solo le ahorrará un mal trago, sino que constituye la prueba definitiva que le eximirá de cualquier responsabilidad, demostrando que su caso es un ‘falso positivo’ y no un consumo ilícito.