viernes, 25 julio 2025

El ‘falso positivo’ por medicamentos: la lista de fármacos comunes que pueden hacerte dar positivo en un control de drogas

La ingesta de ciertos medicamentos comunes puede desencadenar una situación tan inesperada como angustiosa: dar positivo en un control de drogas sin haber consumido sustancia ilegal alguna. Este escenario, que parece sacado de una película, es una realidad para miles de ciudadanos que, por un simple resfriado o un dolor de espalda, se ven envueltos en un embrollo legal y administrativo. El problema reside en la similitud molecular entre algunos fármacos de venta libre o con receta y las sustancias que detectan los test, lo que provoca una reacción cruzada que arroja un resultado erróneo, sembrando la duda y la preocupación donde solo debería haber un tratamiento médico. Comprender este fenómeno es crucial en una sociedad donde los controles son cada vez más frecuentes, tanto en las carreteras como en determinados entornos laborales, y donde un error de este calibre puede tener consecuencias devastadoras para la reputación y la vida de una persona inocente.

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La sorpresa es mayúscula cuando un ibuprofeno para la migraña o un jarabe para la tos se transforma en un positivo por cannabinoides o benzodiacepinas. La lista de fármacos implicados es más extensa de lo que la mayoría imagina, abarcando desde tratamientos para la alergia hasta antidepresivos. Conocer esta posibilidad no es alarmismo, sino una herramienta de prevención fundamental para cualquier conductor o trabajador sometido a este tipo de pruebas. Estar informado y, sobre todo, poder acreditar con un justificante médico la pauta de un tratamiento, se convierte en la única defensa eficaz ante el llamado ‘falso positivo por medicamentos’, una circunstancia que exige una mayor divulgación para evitar injusticias y malentendidos que podrían evitarse con la información adecuada y una simple prescripción médica a mano para demostrar la legitimidad del consumo.

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CUANDO ALIVIAR EL DOLOR TE PONE EN EL PUNTO DE MIRA

Fuente Pexels

El campo de los analgésicos es uno de los más problemáticos en lo que respecta a los falsos positivos, especialmente cuando hablamos de aquellos que requieren receta médica. La codeína, un opioide débil presente en muchos jarabes para la tos seca y en combinaciones analgésicas, es un claro ejemplo. Al ser metabolizada por el organismo, la codeína se convierte en morfina, por lo que un análisis de drogas detectará inequívocamente la presencia de opiáceos, la misma categoría en la que se encuentra la heroína. De manera similar, el tramadol, otro analgésico opioide de uso extendido para dolores moderados a severos, dará un resultado positivo en la prueba de opiáceos sin lugar a dudas. En estos casos, el resultado no es «falso» en el sentido estricto, ya que la sustancia detectada está realmente ahí, pero el contexto de su consumo es terapéutico y no recreativo, una distinción que un test rápido es incapaz de hacer.

El problema se extiende también a otros fármacos utilizados para el control del dolor y la inflamación, como ciertos relajantes musculares. Compuestos como la ciclobenzaprina, prescrita para espasmos musculares, pueden tener una estructura tricíclica similar a la de algunos antidepresivos que, a su vez, pueden generar reacciones cruzadas con otras sustancias. La clave en todas estas situaciones no es evitar el tratamiento necesario para una dolencia, sino ser plenamente consciente de sus implicaciones. El consumo de estos medicamentos exige una proactividad por parte del paciente, quien debe anticiparse a un posible control y llevar siempre consigo la prescripción médica o un informe que justifique el tratamiento, convirtiendo un documento oficial en su mejor salvoconducto ante una situación potencialmente comprometida.


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