miércoles, 23 julio 2025

El ‘falso positivo’ por medicamentos: la lista de fármacos comunes que pueden hacerte dar positivo en un control de drogas

La ingesta de ciertos medicamentos comunes puede desencadenar una situación tan inesperada como angustiosa: dar positivo en un control de drogas sin haber consumido sustancia ilegal alguna. Este escenario, que parece sacado de una película, es una realidad para miles de ciudadanos que, por un simple resfriado o un dolor de espalda, se ven envueltos en un embrollo legal y administrativo. El problema reside en la similitud molecular entre algunos fármacos de venta libre o con receta y las sustancias que detectan los test, lo que provoca una reacción cruzada que arroja un resultado erróneo, sembrando la duda y la preocupación donde solo debería haber un tratamiento médico. Comprender este fenómeno es crucial en una sociedad donde los controles son cada vez más frecuentes, tanto en las carreteras como en determinados entornos laborales, y donde un error de este calibre puede tener consecuencias devastadoras para la reputación y la vida de una persona inocente.

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La sorpresa es mayúscula cuando un ibuprofeno para la migraña o un jarabe para la tos se transforma en un positivo por cannabinoides o benzodiacepinas. La lista de fármacos implicados es más extensa de lo que la mayoría imagina, abarcando desde tratamientos para la alergia hasta antidepresivos. Conocer esta posibilidad no es alarmismo, sino una herramienta de prevención fundamental para cualquier conductor o trabajador sometido a este tipo de pruebas. Estar informado y, sobre todo, poder acreditar con un justificante médico la pauta de un tratamiento, se convierte en la única defensa eficaz ante el llamado ‘falso positivo por medicamentos’, una circunstancia que exige una mayor divulgación para evitar injusticias y malentendidos que podrían evitarse con la información adecuada y una simple prescripción médica a mano para demostrar la legitimidad del consumo.

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LA QUÍMICA DEL ENGAÑO: ¿POR QUÉ TU IBUPROFENO PUEDE PARECER UNA DROGA?

Fuente Pexels

El origen de este confuso problema se encuentra en la propia naturaleza de las pruebas de detección rápida, conocidas como inmunoensayos. Estos test no identifican la molécula exacta de una droga, sino que buscan estructuras moleculares o «formas» químicas que encajen en sus reactivos, como una llave en una cerradura. El inconveniente surge cuando la molécula de un fármaco completamente legal comparte una estructura similar con la de una sustancia ilegal. En ese momento, el test es «engañado» y da una señal positiva. Es una reacción de reconocimiento imperfecta, donde la prueba detecta un parecido estructural y no una identidad química exacta, lo que lleva al error. Esta simplicidad, que hace los test rápidos y económicos, es también su talón de Aquiles, generando una vulnerabilidad que afecta a una sorprendente cantidad de medicamentos de uso cotidiano, desde los más sencillos hasta tratamientos más complejos.

Además, el cuerpo humano añade otra capa de complejidad al proceso a través del metabolismo. Cuando ingerimos un fármaco, nuestro hígado lo procesa y lo descompone en diversas sustancias llamadas metabolitos, que son las que finalmente se excretan y las que se buscan en los análisis de orina o saliva. En ocasiones, el metabolito resultante de un medicamento legal es idéntico o casi indistinguible del metabolito de una droga ilegal para un test de cribado inicial. Por ejemplo, ciertos compuestos se metabolizan de una forma que imita a los opiáceos o a las anfetaminas, convirtiendo un tratamiento médico legítimo en una fuente de sospecha infundada. Es esta transformación interna la que a menudo completa la trampa, haciendo que la presencia de estos medicamentos sea indistinguible de un consumo ilícito en una primera instancia.

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