Llegó el verano y con él el deseo de disfrutar de melones, sandías y albaricoques frescos al primer bocado. La OCU advierte que, más allá del sabor, la forma en que compramos la fruta determina su durabilidad y su seguridad alimentaria. Elegir la pieza perfecta no es solo una cuestión de apariencia, sino de aplicar criterios que garanticen frescura y eviten riesgos de contaminación.
Observar el color, palpar la piel y oler cada pieza se convierten en rutinas indispensables. La OCU ha estudiado más de 90 marcas y variedades, concluyendo que la única manera de proteger tu salud y tu bolsillo es optar siempre por ejemplares enteros y prepararlos en casa con higiene.
6El poder del aroma

La OCU subraya que el olfato anticipa la concentración de azúcares: un aroma afrutado y limpio en la base del tallo significa que la pieza está preparada para el consumo. Si no percibes ese perfume natural, probablemente la fruta no sea tan dulce como prometen sus matices de color.
Al acercar la nariz, no solo captas matices dulces sino también cualquier nota agria o fermentada que advierta de un proceso de descomposición temprana. El aroma es la probeta más rápida para asegurar la calidad de la fruta.